Trump y Musk rompen su alianza por el polémico plan fiscal

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La relación entre Donald Trump y Elon Musk se quebró públicamente tras una serie de acusaciones mutuas provocadas por el nuevo plan fiscal impulsado por el presidente de Estados Unidos. El empresario sudafricano calificó la iniciativa como una “abominación repugnante” y acusó a Trump de mentir sobre los detalles del proyecto.

Hasta hace poco, Musk era uno de los principales aliados del mandatario. Se le atribuía incluso un papel clave en la victoria electoral de Trump en 2024, según sus propias palabras: “Sin mí, Trump habría perdido”. Durante la campaña, donó al menos 250 millones de dólares y participó en actos públicos junto al entonces candidato republicano.

Como recompensa, Trump lo nombró director del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una poderosa oficina con acceso a información estratégica y encargada de reducir el gasto público. Durante varios meses, Musk fue una figura constante en el Despacho Oval y uno de los colaboradores más cercanos del presidente.

Sin embargo, su cercanía con la Casa Blanca y su vínculo con movimientos de extrema derecha comenzaron a pasarle factura. Las ventas de Tesla cayeron en varios mercados, y en abril de este año, Musk anunció que reduciría su participación en el gobierno para enfocarse en sus negocios. A finales de mayo, confirmó su salida definitiva del DOGE.

Pese a una aparente despedida cordial, la relación terminó de colapsar esta semana. Musk criticó fuertemente el plan fiscal aprobado en la Cámara de Representantes y ahora en discusión en el Senado. El documento, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, aumentaría la deuda nacional en 2.4 billones de dólares en la próxima década.

El enfrentamiento acaparó la atención de la ‘magasfera’ —seguidores del movimiento Make America Great Again—, muchos de los cuales también respaldaban a Musk. En redes sociales, usuarios mostraron confusión y buscaron explicaciones, incluso preguntando al chatbot Grok sobre el conflicto entre ambas figuras.

Analistas señalan que el choque era inevitable: el tamaño de los egos de Trump y Musk hacía difícil una convivencia duradera.

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