Después de un mes de campañas oficiales, los partidos políticos en gran parte del país se han encargado de llenar de propaganda, spots, flyers, anuncios, marchas colectivas y espectaculares que cubren cada rincón de México para vender a su candidato.
No podemos permanecer inmóviles, pugnemos por una itinerancia de vanguardia continua, como una especie de concepción en donde se viva plenamente el tiempo, uniendo el pasado con el presente y el futuro (algunos poetas sostienen que el futuro es hoy), donde los actos sean la ruta del porvenir.
En el marco del llamado Festival de las Ideas en el Estado de Puebla, patrocinado por el dueño de Televisión Azteca, otra simplista industria cultural de entretenimiento en México, Ricardo Salinas Pliego, se presentó la “Marquesa”: Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, española, francesa y argentina, quien en cada país representa la más rancia visión de la monarquía, el ultra conservadurismo, la ultra derecha y ultra liberalismo económico, al ser diputada del partido Popular en España, partidaria del presidente argentino Javier Milei y probada odiadora de los pueblos endémicos de las Américas.
El candidato ha cometido demasiados errores en pocos días, ganándose un desprestigio personal y político del que ya no escapará en los meses siguientes.
Inicia marzo y con él, el telón se levanta para dar inicio a una nueva travesía electoral en México. En este escenario, la maquinaria política se pone en marcha