En cada una de las tres ocasiones en que la Marea Rosa ha sido convocada, el gobierno ha tratado de desvirtuarla minimizando la cantidad de asistentes y tildándola de partidaria.
Para el congreso georgiano, la aprobación de esta medida parecía un sencillo trámite, antes de que los ciudadanos tomaran las calles y se opusieran frontalmente a los intereses del ejecutivo.