Un reducido grupo de personas conocía los planes del primer ministro británico, Rishi Sunak, para adelantar las elecciones al 4 de julio. Entre quienes conocían estos planes se encuentra el coordinador de la campaña electoral del partido conservador, Tony Lee, que ha abandonado su puesto y se desconoce su paradero.
La desaparición se debe a que Lee es uno de los investigados sobre una trama de apuestas acerca de la fecha en que las elecciones del Reino Unido serían convocadas. Se trata de un escándalo de enormes proporciones que afecta al partido conservador al que las encuestas auguran una derrota sin precedentes que amenaza, incluso, el escaño del primer ministro.
Cuatro personas están siendo investigadas por estos hechos, pero es probable que la cifra aumente en los próximos días, pues los análisis de datos proporcionados por las casas de juego señalan que las apuestas vinculadas con un posible adelanto electoral en julio se realizaron en un breve lapso el 21 de mayo, el día antes de que Sunak anunciara la convocatoria.
En el Reino Unido, las apuestas son un pingüe negocio. Se apuesta todo. Sin embargo, el uso de información confidencial en provecho propio constituye un delito penal.
Hasta ahora, además de Lee, son investigados su esposa, la candidata tory Laura Saunders, el ayudante del primer ministro, Craig Williams, quien ya reconoció hace unos días “haber cometido un error” al apostar la fecha de los comicios, y un agente del equipo de seguridad personal de Sunak quien fue detenido al conocerse que apostó sobre la fecha de las elecciones, aseguró Scotland Yard que añadió que el agente fue suspendido y arrestado como sospechoso de mala conducta.
Estas informaciones sitúan a los conservadores en una situación insostenible de cara a las elecciones. La auscultación realizada por Savanta y Electoral Calculus, dadas a conocer por The Telegraph, augura que pueden quedarse en 53 diputados y que Sunak podría perder su propio escaño.
El sondeo proyecta una victoria del laborista Keir Atarmer que se haría con 500 escaños, el doble de los conseguidos por Tony Blair en 1997. El partido Reform UK de Nigel Farage obtendría cero escaños, mientras el escocés SNP apenas alcanzaría ocho y los demócratas liberales tres asientos. Los Torys seguirían siendo la principal fuerza de oposición, pero ante el descalabro parece poco consuelo.