El populismo autoritario de Sheinbaum

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El populismo es un fenómeno político que ha existido desde hace siglos, de hecho, algunos sostienen que el primer populista fue el mismísimo Pericles en la Atenas del siglo V a.c., y a grandes rasgos, consiste en un estilo de liderazgo político que pretende atraer el respaldo de las clases populares, diciéndoles lo que quieren escuchar, aunque se trate de sendas mentiras que el líder pronuncia con pleno conocimiento de ello; es decir, utiliza la demagogia como método. En esta retórica, la división de la sociedad cobra enorme relevancia, exaltándose la polarización entre “el pueblo bueno y sabio”, y “las élites corruptas”. Aunque para algunos el populismo es una ideología, en realidad se manifiesta más como una mera estrategia. Por eso, sin problema puede ser de izquierda o de derecha. En este sentido, el populismo atenta contra la verdadera democracia porque se sostiene en el respaldo de una mayoría que aplasta a una minoría. Esto es lo que Bovero denomina como pleonocracia, es decir, la dictadura de la mayoría en la que los derechos no importan, solo importa lo que diga el líder y sus huestes.

Por otro lado, el autoritarismo también ha existido desde las primeras sociedades humanas. También atenta contra la democracia, pero sobre todo contra la libertad. De hecho, para Sartori el autoritarismo es una de las formas en la que se manifiestan los regímenes no democráticos, las otras son los absolutismos, los totalitarismos, las dictaduras y las autocracias. Pasquino agrega los modelos postotalitarios y los sultanismos, pero Huntington adiciona uno especialmente importante, el pretorianismo, es decir, el régimen en el que los militares tienen una fuerte incidencia política. En todo caso, el autoritarismo implica una forma de organización política caracterizada por la concentración de poder en un líder o grupo que inhibe o anula la participación libre de la población en la toma de decisiones políticas.

La conjunción de ambos conceptos -el populismo autoritario-, es una categoría de la ciencia política contemporánea que alude a la estrategia política que usa las reglas de la democracia para acceder al poder, pero que lo hace utilizando la polarización y la mentira (demagogia) para endulzar el oído de las clases populares, y luego socavar la democracia para concentrar el poder y enquistarse en él.

El populismo autoritario pues, se caracteriza por la concentración de poder, así como por la limitación de las libertades civiles y políticas, la ausencia de elecciones equitativas, el debilitamiento de las instituciones democráticas, así como por el control social y la persecución de opositores, todo en el contexto una retórica simplista y emocional que manipula la información.

Pues bien, los dichos de Sheinbaum en el programa Tercer Grado del lunes pasado, la exhiben como una populista autoritaria de cepa. Por un lado, como buena demagoga, miente al decir que no hay militarización, que no fallaron en la gestión de la pandemia, que hay estado de derecho, que ya se resolvió el mega fraude de Segalmex, que no es necesaria una reforma fiscal, etc. Como dice Carlos Bravo Regidor, “que la candidata que presume de honestidad y que se pavonea de ser una experta en cambio climático, tenga una relación tan francamente negacionista con la realidad, me parece un pedazo de información valiosísima”.

Pero por otra parte, como la autoritaria que es, se condujo con soberbia y arrogancia interrumpiendo constantemente a los entrevistadores, considerando los cuestionamientos como una ofensa a la investidura presidencial, desconfiando de los contrapesos, pero también abriendo la posibilidad de desconocer el resultado electoral, diciendo que no dialogará con la oposición para buscar consensos en temas prioritarios, que reducirá la pluralidad del Congreso, que impulsará la prisión sin juicio, que no investigará (o sea que protegerá) a los corruptos de Morena y del verde y a la familia presidencial, que la Guardia Nacional tendrá mando militar, etc.

Usted dirá que este es el tipo de cosas que ya hace cotidianamente el presidente López Obrador, y que Sheinbaum es una copia, pero la verdad de las cosas es que al primero nunca lo vimos revelando estas facetas de su personalidad con esa desfachatez antes de asumir la presidencia. Que, en medio de su campaña electoral, en un programa de televisión de alcance nacional, revele tan claramente su talante populista autoritario, la exhibe como un personaje todavía peor que su mentor, y vaya que eso ya es mucho decir.

En esta elección pues, el clivaje no está entre izquierda y derecha, entre progresismo y conservadurismo, entre ricos y pobres, o entre mujeres y hombres, sino entre autoritarismo y democracia, ¿tú de qué lado decides estar?

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