Editorial. Los atentados de Hamás

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Atentados en Israel


Hace una semana despertamos con el estrépito informativo relativos a los estrepitosos atentados en Israel. El grupo terrorista Hamás incursionó en Israel asolando cuanto encontró a su paso: hombres, mujeres, ancianos, niños, bebés. Una masacre sin precedentes que acaso recuerde a la guerra de Yom-Kipur que tuvo lugar en 1973. Si ambas acciones se asemejan en que fueron lanzadas contra Israel sin previo aviso, se diferencian en la exhibición de crueldad equiparable a los sangrientos espectáculos de ISIS. Semejante violencia solo pudo estar movida por un odio sin contención, gestado durante demasiado tiempo. Los atentados expresan la voluntad de exterminar al pueblo judío por parte de los terroristas. De nuevo la amenaza de un holocausto ahora de otro signo. La opinión pública se posiciona a favor y en contra de los contendientes. El hecho mismo no requiere posicionamiento sino condena absoluta independientemente de la nacionalidad de la población exterminada. Por eso agravian las tibias palabras de Andrés López Obrador, destinadas a nadar y guardar la ropa. Pero ese agravio es uno más de una serie de dirigentes hispanoamericanos, entre los que se incluye el Presidente en funciones español Pedro Sánchez. No sorprende que estos dirigentes integren el grupo de Puebla, dedicado a promover la ideología de izquierdas en el mundo de habla hispana. No hay nada menos izquierdista que la indiferencia ante el horror de los ciudadanos. Pretextar que Israel fue el objeto del asalto armado, no es excusa, en todo caso reconocimiento de que el grupo de Puebla solo pretende el poder por el poder y que ese fin justifica los medios. 

Conmoción en las primeras horas

​Después de la conmoción de las primeras horas, occidente comenzó a posicionarse, quien con Israel, quien con Palestina. Palestina no intervino en la agresión, sino Hamás. Responsabilizar a los palestinos es una injusticia sin paliativos. Parece inverosímil que los dirigentes de Hamás hayan diseñado una operación tan compleja. Todo invita a pensar que detrás de la planeación se encuentra Irán. No faltan sospechas que involucran a otros países. Llama la atención que los atentados hayan desviado de inmediato la atención de la guerra de Ucrania que beneficia a Rusia. Se especula con que el propósito de los ataques es romper las negociaciones entre Israel y Arabia Saudí, quien acaba de pronunciarse en defensa de Palestina. Estados Unidos declara su firme apoyo a Israel, también la Unión Europea. En Francia se organizan algaradas de árabes pro-palestinos, pronto prenderán en otros países europeos. 

​El conflicto tiene causas históricas. No son menores los abusos cometidos por Israel en territorio palestino no pocas veces para apropiarse de ese territorio o para ejecutar represalias en la franja de Gaza. A pesar de las viejas diferencias, hoy casi irresolubles, Israel debería medir mucho su respuesta, sin confundir terroristas con palestinos. Algo invita al recelo. Se dice que El Mossad, servicio de inteligencia israelita, no detectó los preparativos terroristas. No es creíble esta explicación. Surgen nuevas interrogantes que se suman a otra muchas. De momento, es imperativo condenar los ataques terroristas de Hamás, no sólo para honrar a los muertos, sino también a los vivos.     

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