Abelina López, el valor de la verdad

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Acostumbra el medio político y periodístico a ridiculizar a cualquier personaje o cualquier declaración de cualquier personaje. Convertir en espectáculo toda anécdota o suceso se antoja un lugar común de nuestra sociedad. La banalización de todo opera como termómetro de la temperatura moral. No importa quién sea la persona, ni siquiera lo que en verdad dijo aunque lo dijera mal, lo relevante en exclusiva es la caricatura apresurada que busca el aplauso fácil. El ninguneo del otro siempre reditúa en términos de adhesiones, recurso habitual de la falta de imaginación que comercia ocurrencias ante la incapacidad de manejar ideas. Abelina López Rodríguez, alcaldesa de Acapulco reelegida para un segundo mandato, suele ser objetivo preferente de los ociosos de la pluma y los micrófonos. Sorprende el retrato que pergeñan de una mujer que ha sido reelegida a la alcaldía con una diferencia de votos abrumadora para sus rivales. Todo indica que sus adversarios se limitan a la caricatura de Abelina, pero los acapulqueños apuestan a la verdad. Ridiculizar a López Rodríguez es desconocer quién es esta señora hecha a sí misma, con una vocación de servicio extraordinaria, con una generosidad personal demostrada a lo largo de una carrera política en que ha sido diputada local, federal y alcaldesa.

Es verdad que Abelina no tiene filtro y dice lo que piensa, lo que siente y de la forma en que lo vive, incluso, en ocasiones, su expresión puede ser confusa. Pero Abelina no miente, dice la verdad también cuando puede ser contraproducente para sus intereses políticos. Es una persona que no habla para los periodistas o para los políticos, habla a la gente a la que sirve y, además, muy bien en atención a los votos que recibió el 2 de junio. Su biografía explica una personalidad que no se extravía en presunciones ni en apariencias, adoptando una autenticidad en deuda con su origen humilde que le obligó a salir adelante con su esfuerzo, enfrentando adversidades y todo tipo de circunstancias contrarias. Recientemente han causado revuelo unas declaraciones en que Abelina habla de la responsabilidad de cada quien en las diferentes responsabilidades y dice que en algunos temas está rebasada en sus funciones, lo cual es real, ella no tiene, dentro de sus funciones enmarcadas en el artículo 115 y 21 de la constitución las de Investigar y perseguir los delitos de alto impacto. Ala ola de violencia que padece Acapulco, es superior a los tres niveles de gobierno y en eso se debe trabajar de manera coordinada.
Los detractores, que pueden esconderse o tratar de hacerlo en el anonimato, salieron a denuncias la supuesta incompetencia como alcalde para desacreditar a la persona. En realidad, Abelina comentó que el alcalde de un municipio tiene las competencias que tiene y no otras, y que para combatir al crimen organizado es necesario disponer de los medios con que legalmente cuentan otros. No corresponde a un alcalde arrogarse atribuciones que no son de su competencia como está consignado en la ley.

Abelina no mintió, ni minimizó su responsabilidad, ni se hizo a un lado. Con sus palabras dijo la verdad. Parece ridículo ridiculizar la verdad, pero se ridiculiza. La verdad termina siempre por imponerse porque su dignidad es imbatible. Abelina quizás no hable bien, quizás sea confusa, quizás se enrede con las palabras, pero dice la verdad. No puede esperarse otra cosa de quien ha dedicado su vida a los demás en contraste con quienes tienen verbo fácil y esplendente, adictos al engaño, que no son caricaturizados ni ridiculizados.

Por @JorgeCamachoMEX

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