La madre de la adolescente de 14 años, Yaretzi, no encuentra justicia en el veredicto que sentencia al feminicida de su hija a dos años de internamiento por ser menor de edad.
San Rafael, Hidalgo. En un caso que ha conmovido a la comunidad de San Rafael, Hidalgo, el feminicida de Yaretzi, una adolescente de 14 años, ha sido sentenciado a dos años de internamiento en un centro para menores. La madre de la víctima, Ana, ha expresado su desilusión con el sistema de justicia, afirmando que no hay suficiente castigo para el responsable de la muerte de su hija.
La tragedia ocurrió el 9 de julio de 2023, cuando Yaretzi, apodada «Yare» por su madre, salió de su casa para realizar un trabajo escolar sobre el fentanilo, un opioide sintético. Sin embargo, la joven nunca regresó a casa. Tras una búsqueda desesperada, Ana encontró el cuerpo de su hija en las calles del pueblo, cerca de su hogar. La autopsia reveló que Yaretzi había sido asesinada por anemia aguda, consecuencia de una laceración de la arteria carótida y la vena yugular izquierda.
El asesino, un adolescente de 15 años llamado Fidel, fue sentenciado a dos años de internamiento, el máximo permitido para su grupo etario según la ley de justicia para adolescentes. Además, se le ordenó participar en terapias psicológicas y actividades recreativas, con la posibilidad de reducir su tiempo de internamiento.
Ana, junto con otros miembros de la comunidad, ha expresado su indignación ante la ligereza de la sentencia, argumentando que no hay justicia para su hija. Aunque reconoce la importancia de la rehabilitación y el apoyo a los jóvenes infractores, Ana considera que el asesinato de Yaretzi debería tener consecuencias más severas.
El caso ha reavivado el debate sobre la justicia para adolescentes en México. Algunos expertos, como la doctora Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), argumentan que las leyes actuales no toman en cuenta la gravedad de delitos como el feminicidio. Instan a una revisión de la legislación para garantizar que los infractores sean responsables de sus acciones.
Mientras tanto, Ana y su familia enfrentan el dolor de la pérdida de Yaretzi y la frustración de un sistema de justicia que parece insuficiente para castigar el crimen.