El número de fallecidos debido a las intensas precipitaciones que desencadenaron inundaciones en el estado brasileño de Rio Grande do Sul ha alcanzado al menos 78, según anunciaron las autoridades locales el domingo. Más de 115 mil personas quedaron desplazadas como resultado de este desastre natural.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva llegó a Rio Grande do Sul el domingo por la mañana, acompañado por la mayoría de los miembros de su gabinete, para dialogar con las autoridades locales sobre las operaciones de rescate y los esfuerzos de reconstrucción.
«La burocracia no será un obstáculo en nuestro camino para restaurar la grandeza de este estado», declaró Lula en una conferencia de prensa.
Eduardo Leite, gobernador estatal, describió la situación como un «escenario de guerra» que requerirá medidas de recuperación similares a las de un periodo postbélico.
El número de víctimas podría aumentar significativamente, ya que se reportaron 105 personas desaparecidas el domingo, según indicaron autoridades de defensa civil. Además, se está investigando si otras cuatro muertes están vinculadas a las tormentas.
Las inundaciones, que han afectado a más de dos tercios de los casi 500 pueblos y ciudades del estado, han causado estragos en la infraestructura, destruyendo carreteras, puentes y una presa en una pequeña central hidroeléctrica.
Más de 400 mil personas estaban sin electricidad y casi un tercio de la población del estado carecía de agua potable, según las autoridades locales.
En la capital, Porto Alegre, el lago Guaiba alcanzó niveles récord de inundación, lo que llevó a la suspensión de todos los vuelos en el aeropuerto internacional desde el viernes.
El Papa Francisco expresó su solidaridad durante su discurso semanal en el Vaticano, ofreciendo oraciones por las víctimas y sus familias, así como por aquellos que han tenido que abandonar sus hogares debido a la tragedia.
