Los proyectos y expectativas de futuro se desvanecen en el aire cuando la pareja decide partir sin una explicación clara.
Mientras se sumergen en la incertidumbre y se cuestionan sobre sus propias acciones sin obtener respuestas, investigaciones sugieren que el problema podría no residir en ellos, sino en aquellos a quienes aman y en el fenómeno conocido como el Síndrome de Houdini.
Este síndrome toma su nombre del célebre mago del siglo XIX, reconocido por su habilidad para escapar de situaciones desafiantes.
Psicólogos como Francisco Roballo y Bernardo Peña, de «La mente es maravillosa» y «Mejor con Salud», describen el Síndrome de Houdini como un patrón de comportamiento en el que las personas se comprometen rápidamente en una actividad o relación, solo para sentir una creciente necesidad de escapar de la misma cuanto mayor es su compromiso.
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Así, llega un momento en el que simplemente desaparecen. Este proceso suele manifestarse de forma gradual, a través de diferentes fases, desde una entrega total hasta una desaparición repentina, en muchas ocasiones sin dejar rastro alguno. La evasión emocional puede reflejarse tanto física como sentimentalmente.
El Síndrome de Houdini representa un mecanismo de evasión psicológica, donde la huida se convierte en una estrategia para evitar enfrentar los desafíos emocionales y las responsabilidades asociadas con la relación.
El psicólogo Pablo Palmero identifica algunas características clave de este síndrome, como la dificultad para mantener relaciones sanas y duraderas, ya sean amistosas o amorosas, y la tendencia a evitar sistemáticamente cualquier forma de compromiso sentimental.
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En conclusión, el Síndrome de Houdini refleja una forma de eludir la responsabilidad hacia la propia vida, donde los individuos prefieren evitar vínculos interpersonales profundos y optan por eliminar la alteridad mediante la rapidez y la tecnología. Para cultivar relaciones significativas, se requiere un compromiso ético y estético que involucre aceptar al otro en todas sus facetas.
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