Sentimientos de la Nación, el alma constitucional de México

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En tiempos de polarización y desencuentro, cuando el tejido social parece desgarrarse entre discursos de odio y promesas vacías, volver a Morelos es volver al origen de nuestra dignidad republicana. Porque hay momentos en la historia que no solo fundan instituciones, fundan sentido. Y uno de ellos ocurrió en Chilpancingo, corazón insurgente del estado de Guerrero, el 14 de septiembre de 1813.

Morelos, tras concluir el sitio de Acapulco, eligió Chilpancingo no por azar, sino por visión. Convocó ahí a un Congreso con diputados insurgentes que representaban la esperanza de un pueblo en lucha. No era una reunión de caudillos, era el primer intento serio de construir una nación desde abajo, con principios, con leyes, con alma.

Ese día, Morelos leyó los Sentimientos de la Nación, un documento que no solo rompía con España, sino con la lógica colonial que negaba la igualdad, la soberanía y los derechos del hombre. Propuso la independencia total, la abolición de la esclavitud, la división de poderes, y la idea radical, para su tiempo, de que el poder debía emanar del pueblo.

En noviembre de ese mismo año, el Congreso publicó el Acta Solemne de Independencia de la América Septentrional, y más tarde, en Apatzingán, continuó la obra jurídica que hoy reconocemos como el germen constitucional de México.

Como guerrerense, me honra saber que mi tierra fue escenario de esa semilla fundacional. Guerrero no solo es paisaje, es símbolo. Es el lugar donde la insurgencia se volvió institucionalidad, donde la lucha se volvió ley, y donde la palabra se volvió garantía.

Hoy, más de dos siglos después, los principios de Morelos siguen vivos en nuestra Constitución. Cada vez que exigimos justicia, cada vez que defendemos la libertad, cada vez que votamos, debatimos o resistimos, estamos honrando aquel Congreso insurgente. Porque la nación no se hereda, se construye todos los días, con memoria, con ética y con propósito.

Como estratega en comunicación política, como formador de líderes, y como ciudadano comprometido con la historia y el futuro de México, creo que los Sentimientos de la Nación no deben quedarse en los libros. Deben ser brújula para cada mensaje, cada campaña, cada decisión pública.

Porque si Morelos soñó una patria libre, es nuestra tarea hacerla justa.

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