Durante los primeros cuatro días de competencia en la piscina de la Arena de La Défense no se establecieron nuevos récords mundiales.
La posible razón podría ser que la piscina desmontable es ligeramente menos profunda de lo normal.
“He oído los rumores, pero al final del día estamos aquí para competir”, comentó la estrella estadounidense Katie Ledecky. “Todos somos nadadores rápidos. Hacemos que la piscina sea tan rápida como queramos que sea”. De cara al futuro, World Aquatics, la organización rectora del deporte acuático a nivel internacional, exigió una profundidad mínima de 2,5 metros (8,2 pies) en los eventos de natación y waterpolo.
Sin embargo, cuando los Juegos Olímpicos se adjudicaron a París, la instalación fue aprobada según las pautas anteriores, que permitían una profundidad de 2,2 metros (7,2 pies).
Para ponerlo en perspectiva, una piscina de 3 metros (9,8 pies) se considera la profundidad óptima.
Torin Koos, portavoz de World Aquatics, señaló que se establecieron cinco récords olímpicos en los primeros 15 eventos en La Défense Arena.
En realidad, nadie se queja demasiado. Todos compiten en las mismas condiciones, por lo que no es como si alguien tuviera una ventaja. En su mayoría, los nadadores favoritos están saliendo victoriosos.
No obstante, David Popovici, de Rumania, ganó el oro en los 200 metros libres masculinos con un tiempo de 1 minuto, 44,72 segundos, el más lento de un campeón olímpico en esa prueba desde Pieter van den Hoogenband en los Juegos de Sydney 2000.
Además, Nicolò Martinenghi, de Italia, registró un tiempo de 59,03 segundos en los 100 metros pecho, lo cual no habría sido suficiente para ganar una medalla de ningún color en los últimos dos Juegos de Verano. Fue la actuación ganadora más lenta desde el japonés Kosuke Kitajima hace dos décadas en los Juegos Olímpicos de Atenas.