El mundo del arte se viste de luto con la partida de Rodolfo «Rolo» Ramírez, un joven y talentoso pintor que falleció este jueves tras una valiente batalla contra el cáncer. Su partida deja un vacío inmenso, pero su legado artístico perdurará en la memoria de todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y admirar su trabajo.
Conocido cariñosamente como Rolo, Rodolfo Ramírez se destacó en el competitivo mundo del arte gracias a su estilo único y emotivo. Sus pinturas, caracterizadas por colores vibrantes y temas introspectivos, reflejaban su profunda sensibilidad y su lucha personal. Además de su talento artístico, Rolo también era conocido por ser uno de los hijos adoptivos de la exgobernadora Martha Erika Alonso.
Desde muy joven, Rolo mostró una inclinación natural hacia el arte, combinándola con sus estudios de gastronomía. En una entrevista con Revista Única, comentó: “Primero fue el arte, aunque estudié gastronomía, siempre fue el arte. Desde pequeño, desde que iba a la primaria. Desde que tuve la oportunidad de tomar un lápiz. Creo que fue ahí donde inicié con el arte.”
A pesar de su enfermedad, Rolo nunca dejó de crear. Su pasión por el arte fue su mayor refugio y motivación, expresando en diversas ocasiones: «El arte lo veo como una forma de expresión, una forma de vida, es un sentimiento, es una manera de liberarnos y de estar presente».
Para Rolo, la familia siempre fue lo más importante, como demostró en numerosas ocasiones. “El amor lo comparto con mis hermanos, sé que de amor no se vive, pero el apoyo que me brindan lo valoro mucho. Quiero mucho a mis dos hermanos menores, José Luis y Antonio. Mi sobrino, que es mi adoración, Lucas Mateo, me llena de alegría, también mis amigos y personas cercanas”.
Rolo siempre compartió cuánto extrañaba a Martha Erika, su madre adoptiva, con quien ahora se reencuentra en otra dimensión. Recordando su infancia, comentó: “Yo no tuve una infancia difícil, pero estuve relacionado con el DIF, con las casas hogares. Cuando ella llega a ser Presidenta del DIF, hace una posada en una de estas casas de la Niñez y nos invitan a participar y es la primera vez que tengo contacto con ella… A pesar de que no teníamos lazos sanguíneos, ella fue una madre para mí. De hecho, así le decía ‘madre’. Estuvo presente en todo lo que viví, en todo lo que hice. Sí fue una mamá, una compañera, una amiga. Siempre me mostró su afecto.”