La doble vara de medir del periodismo

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La asistencia de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez al programa Tercer Grado deja varias lecciones. El 13 de mayo se presentó la candidata de Fuerza y Corazón por México ante los tertulianos habituales del programa: René Delgado, Sergio Sarmiento, Raymundo Riva Palacio, Denise Maerker, Genaro Lozano y Leo Zuckermann. Riva Palacio, Sarmiento y Zuckermann han sido críticos acérrimos de la administración de López Obrador y de la jefa de gobierno de Ciudad de México Claudia Sheinbaum. 

La comparecencia de Gálvez transcurrió dentro de lo previsible dado el carácter del programa. Inició con una pregunta decisiva formulada por Delgado: “¿Aceptará los resultados de la elección del 2 de junio?”; a lo que la candidata respondió: “Sí, soy una demócrata”. La misma respuesta que seis años antes había emitido López Obrador quien nunca ha aceptado resultados electorales adversos, pero que en esos momentos había adoptado una conveniente moderación ante la cita electoral. Los periodistas acorralaron por momentos a Xóchitl, arrebatándole la palabra, exhibiendo una agresividad propia del oficio. 

Esa actitud perfectamente asumible cuando se entrevista a un candidato a la presidencia de la República desapareció el 20 de mayo cuando Claudia Sheinbaum se presentó en los estudios de Televisa ante los mismos entrevistadores. 

La primera pregunta de René Delgado a la candidata de Sigamos haciendo Historia fue exactamente la misma que la dirigida a Gálvez, pero su respuesta fue completamente diferente limitándose a decir que dependería de los resultados. Ante la respuesta, toda una declaración de intenciones, ningún informador cuestionó las palabras de la candidata.

Ante Sheinbaum, cambió por completo la dinámica del programa. La candidata tomó la voz cantante durante todo el programa, evitando preguntas incómodas y llevando la conversación hacia donde más le convenía. Impuso su criterio por encima del interés informativo. Los periodistas inexplicablemente optaron por la cautela o el temor, rehuyendo el enfrentamiento, optando por un trato de favor del que no gozó Xóchitl. Ilustrativa fue la actitud de Genaro Lozano al interesarse por el militarismo de la 4T. 

Comunicador muy crítico con la militarización del país bajo el gobierno de Andrés Manuel, dejó escapar la oportunidad de confrontar a Sheinbaum quien afirmó que seguiría con la misma estrategia. Ese Tercer Grado no se apartó del guion establecido por Sheinbaum.

Terminada la entrevista, varios opinadores y comunicadores recriminaron la blandura de los entrevistadores que en ningún momento fueron capaces de incomodar a la candidata de Sigamos Haciendo Historia. 

El crítico más destacado fue Carlos Bravo Regidor, habitual de Es la Hora de Opinar que dirige Leo Zuckermann, quien afirmó en el trascurso de este programa: “lo que yo vi sí me hizo sonar una alarma clara y fuerte. 

¿De qué? Respecto al estado de la democracia en México, pero particularmente respecto a la relación entre la prensa y el poder en el contexto de esta sucesión presidencial. Claudia Sheinbaum les dijo un montón de mentiras, de cosas factualmente falsas”. 

A estas consideraciones se sumaron otras, como las de su compañera en Es la Hora de Opinar, Paula Sofía Vázquez para quien, en referencia a Sheinbaum, “precisamente porque va adelante en las encuestas es probable que sea la persona que gobierne, era para que fueran implacables”. 

Y agregó: “en el programa con Xóchitl se la pasaron todo el tiempo diciendo: ‘pero es que el PRI, pero es que Alito Moreno, pero es que Marco Cortés, pero no sé qué. ¿Y la pregunta del Partido Verde? ¿Qué se siente venir al lado de Manuel Velasco?” Estas voces rápidamente encontraron apoyo en redes sociales, particularmente en X, en que se cuestionaba el desempeño de los periodistas frente a Sheinbaum. 

El espectáculo televisivo no lo dio Sheinbaum sino unos periodistas que en Zoom o en sus columnas de opinión se muestran muy críticos con López Obrador y Claudia Sheinbaum pero que frente a frente asumen una complacencia injustificable en atención a sus críticas. 

De Genaro Lozano o Denise Maerker no cabía esperar nada que no fuera la actitud que asumieron en la entrevista. No puede decirse lo mismo de Riva Palacio, Sarmiento y Zuckermann que han aprovechado el sexenio para plantarse como referentes críticos de López Obrador. 

Sorprende que ante la oportunidad de cuestionar seriamente a Sheinbaum como candidata a la presidencia, dejaran pasar la oportunidad. Las justificaciones de estos periodistas a su controvertido desempeño no esconden lo evidente. 

Frente al poder, la libertad de expresión es menos libre aunque quienes abdican de este derecho son los primeros en asumirse como sus representantes más conspicuos. 

El periodismo tiene una doble vara de medir según el poder real o supuesto del entrevistado. 

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