Xóchitl Gálvez y Max Cortázar

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La campaña de Xóchitl Gálvez no pasa por un buen momento. Hace semanas que no tiene un buen momento. Voces se han alzado para denunciar una parálisis que a primera vista carece de explicación o causa definida, y cuya explicación y causa se insiste en atribuir a quien hasta ahora coordinaba la comunicación de la candidata a la Presidencia de México.

Es difícil entender por qué no arranca. Se antoja que algo excede a comunicación política y que no está únicamente en sus manos reconducir una campaña varada o extraviada. Comunicación política nada puede hacer si no están definidas las directrices de campaña. Todo indica no sólo que no están definidas sino que ni siquiera el propio equipo las ha definido.

El inmovilismo es de todo el equipo, Xóchitl incluida. Sin haber solucionado factores previos parece complicado que la coordinación de comunicación pueda desplegar una actividad ajustada a las necesidades de la candidata. Gálvez no tiene ni mensaje ni discurso. Sus adversarios se hicieron desde el primer momento con un mensaje.

Claudia Sheinbaum con el escueto pero efectivo “continuidad”. Se alega falta de imaginación, pero es indudable su eficacia dirigida a los sectores de la población que se quieren activar. Samuel García opta por “lo nuevo”, remedo de “lo nuevo de Nuevo León”, que en realidad tendría que operar en contra de un candidato frívolo e infantil, pero que ha captado la atención de los jóvenes, acompañado debidamente por la acción de su esposa en redes sociales.

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El lunes pasado, en la cuenta de X del Frente Amplio, al menos mil usuarios denunciaron durante parte del día la irrelevancia de la campaña de Xóchitl. A última hora del día, desde su equipo se informó que Max Cortázar se haría cargo de comunicación política. Es difícil separar las denuncias de los usuarios de X del nombramiento del antiguo colaborador del expresidente Felipe Calderón.

También parece complicado no dar importancia al mensaje emitido por Lily Téllez en la misma red social y ese mismo día: “La campaña de Xóchitl no va porque oye a quien no le aconseja bien”. Curiosamente, Margarita Zavala contestó “es el momento de sumar y no restar”. Horas después se comunicó el nuevo nombramiento.

La sensación es de improvisación. Cortázar conoce el medio, tiene experiencia, se ha desempeñado en puestos relevantes. Pero ¿es suficiente? ¿Es la persona que puede darle la vuelta a una campaña que no tiene ni pies ni cabeza? ¿Llega al equipo por su competencia o por recomendaciones? Muchas preguntas que el tiempo disipará.

Con todo, el problema no reside en comunicación política aunque hasta ahora comunicación política haya sido un problema que se añade a todos los conflictos de la campaña.
​Señalar directamente a la coordinación de comunicación política es señalar sólo una parte del problema pero no el más importante, ni siquiera el que hay que atender de manera prioritaria. El problema reside en la composición del equipo.

Es necesario evaluar con detenimiento quién suma y quién resta, como dice Zavala, y prescindir de los segundos. Las dudas sobre Max Cortázar no pueden ser pretexto para que se considere chivo expiatorio de los verdaderos responsables de una campaña no-campaña.

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