La reelección de Rosario Piedra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) realizada en el Senado de la República esta misma semana, resultó de lo más desaseada. Varios aspectos resaltan a ese respecto:
1. No obstante que la actual titular, Rosario Piedra, fue la peor calificada, colocándose en el lugar número 15 de la lista, aún así, fue considerada en la terna de finalistas para ser votada en el Pleno del Senado. Es verdad que la evaluación no es vinculante, pero supone que al menos excluye a las personas peor calificadas.
2. El hecho de que la madre de la actual titular de la CNDH, Rosario Ibarra de Piedra, sea digna de toda consideración y respeto, no significa que a su hija se le deban otorgar cargos públicos sin mayor merecimiento. Cuando a la presidenta Sheinbaum le pidieron su opinión, solo eso atinó a decir, que era hija de alguienmuy destacable. Pero sucede que no se le está eligiendo a la mamá, sino a ella.
3. Incluir en la terna a Rosario Piedra, implicó, además, dejar fuera de la misma a quien sí tenía las credenciales profesionales, como lo es Tania Ramírez Hernández. Tania Ramírez fue calificada como la segunda mejor opción, pero claro, obra el antecedente de que Tania Ramírez, es directora ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), organización que ha denunciado las omisiones y la negligencia mostrada por el gobierno obradorista en este sensible tema.
4. La postulación de Piedra estuvo viciada al haber presentado una supuesta carta de apoyo por parte del Obispo Emérito de Saltillo, que luego se supo que era falsa. El propio Obispo la desmintió. Qué vergüenza. Ese solo fraude, esa falsificación de documentos debió bastar para descalificar su candidatura.
5. Rosario Piedra carece de legitimidad para encabezar la CNDH. Dicen los politólogos que existen dos tipos de legitimidad, la de origen, y la de ejercicio. Rosario Piedra carece de legitimidad de origen, ya que su primer nombramiento, el de hace cinco años, fue objeto de un fraude electoral perpetrado en el propio Senado, y a la vista de todos. Nunca obtuvo la mayoría calificada de dos terceras partes como exige la Constitución. En aquel momento votaron 116 senadores, por lo que se necesitaban al menos 78 votos a su favor, y solo obtuvo 76. Aún así,sabiendo eso, asumió el cargo de manera espuria.
6. Sin bien nunca contó con legitimidad de origen, tampoco la obtuvo en su ejercicio, porque su desempeño fue el peor posible. Jamás se atrevió a señalar los excesos y abusos del Ejército; nunca, ni con el pétalo de una rosa lo tocó. No se atrevió a emitir recomendación alguna por la falta de medicinas para niños con cáncer, o por la lenta y tardía vacunación contra el Covid durante la pandemia, que llegó a cuenta gotas, o por el ecocidio de la selva maya durante la construcción del tren, y por la falta de consulta a los pueblos indígenas en ese mismo proyecto, etc., etc., etc. No se diga ya su negativa a presentar acciones de inconstitucionalidad contra leyes o reformas evidentemente violatorias de derechos humanos. De hecho, jamás cuestionó nada que pudiera resultar discordante con los intereses del gobierno de López Obrador. En el 99% de los casos que conoció, se colocó del lado del Poder, dejando a las víctimas a su suerte.
7. La propia Rosario Piedra, ya siendo presidenta de la CNDH, declaró que esa institución ya no era necesaria, que debería desaparecer porque ya no se cometían violaciones de derechos humanos. Ese solo hecho también debió descalificar su aspiración a la reelección. ¿Cómo ratificar en un puesto a una persona que considera que el puesto debería desaparecer? ¿cómo encomendar la protección de los derechos humanos a una persona que cree algo tan absurdo como eso de que ya no se violan los derechos humanos?
8. Reelegir a Rosario Piedra implicó también un golpe certero a la presidentaSheinbaum, ya que era bien sabido que ella prefería a Nasheli Ramírez, y fue López Obrador quien, desde Palenque, operó para la reelección de Piedra. La decisión del Senado debilita a Sheinbaum y apuntala el Maximato obradorista.
Se supone que la CNDH debería fungir como contrapeso al Poder, que deberíafrenar los abusos del gobierno y ponerse del lado de la gente, pero desde que la encabeza Piedra, la institución prácticamente ha desaparecido. Como ha dicho el Centro Pro de Derechos Humanos: “Se premia indebidamente una gestión caracterizada por el debilitamiento institucional, la inacción y la pérdida de autonomía.” Esta vez, literalmente, tropezamos de nuevo con la misma piedra.