Presidenciables y Genealogía de los modorros

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Atribuida a Francisco de Quevedo, Genealogía de los modorros es un ensayo satírico que desbroza los significados de “necio”, “majadero” o mazacote y “modorro”. Para el autor, “en lo que estas tres personas concuerdan es en saber poco”. Quizás se considere fuera de proporción afirmar que Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez sepan poco, pero hay consenso en que no saben mucho Desde luego, no es necesario ser un erudito para gobernar y quizás ni siquiera sea conveniente. Pero en ese “no saber mucho” parece ocultarse algo que no implica a los candidatos sino a sus equipos. No hay duda de que en caso de que cualquiera de ellos pierda las elecciones, equipos de campaña, inversores y simpatizantes les atribuirán la derrota. Para Quevedo, el “necio” es aquel a quien hay que tratar para que él mismo descubra lo que sabe. “Majadero” o mazacote es quien apenas empieza a hablar y ya descubre su personalidad. Finalmente, “modorro” que “es tan fácil de conocer, que no es menester hablalle, sino poner los ojos en él y en su traje y talle para conocelle; y este último es el peor humor de todos”.

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            En seguida, el autor del Buscón inicia una simpática y ácida descripción del “modorro”. El modorro es quien hereda nombre y hacienda del padre sin mayor necesidad que administrarla o malgastarla, pero sobre todo ejerciendo un narcisismo intolerable a causa de su poca edad o escasa experiencia. Los equipos de campaña y colaboradores de los candidatos presidenciales se antojan modorros. Se reconocen a golpe de vista en su apariencia, sus trajes y sus posturas. En ocasiones, como sucede con Máynez, el modorro se confunde con el majadero puesto que apenas unas palabras bastan para conocerlo. Pero el modorro no se limita únicamente a la figura, sino también a sus acciones. Hasta el momento, no ha habido una sola sorpresa que haya despertado a los ciudadanos de la modorra, de esa soñolencia que no surge del cansancio sino del aburrimiento. La irrupción de Xóchitl llamó la atención a la misma velocidad que se disipaba. Claudia nunca impresionó puesto que su itinerario era claro: doble de López Obrador. Máynez sólo sorprendió cuando exhibió sus hábitos etílicos en compañía de un tipo que se llama Samuel, semeja un carnicero y se presenta como gobernador de Nuevo León. Los tres candidatos heredaron su hacienda: Gálvez mediante un presunto proceso de elección que no fue tal, Sheinbaum impuesta por Andrés Manuel y Jorge por la afición fosfo-fosfo de García con la anuencia del anuente Dante Delgado. Ahora se dedican a administrarla o malgastarla.

            Los equipos de campaña se han comportado exactamente igual que sus candidatos o a la inversa. La misma compostura, los mismos trajes, los mismos talles. No es necesario que nadie abra la boca para saber a qué partido o coalición representa. La tragedia de estas elecciones es que ningún candidato trabaja para los mexicanos, sino para su porción de votantes. México ya no importa, sino los sectores que apoyan tal o cual programa. Estas elecciones son elecciones de equipos modorros que dirigen a candidatos modorros. Pero la mayoría de ciudadanos no son ni necios, ni majaderos, ni modorros.

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