Periodismo, una estrategia de acoso

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No todos los que escriben en periódicos o intervienen en otros medios son periodistas, del mismo modo que no son periodistas todos los que así se presentan. Difundir noticias no es necesariamente periodismo, tampoco pretextar periodismo para acosar a alguien. Carlos Loret de Mola se ocupó después de que lo echaran de Televisa de conquistar espacios para convertirse en referencia de esa parte de la sociedad opuesta a la 4T. Desde la plataforma Latinus, se limitó en exclusiva a exhibir excesos, corrupciones y abusos del presidente, de su familia y de su movimiento. Olvidó que el ejercicio informativo requiere otros complementos, que la actualidad depende de circunstancias y acontecimientos variables, que el combate político revestido de quehacer informativo al final se delata exponiendo la manipulación. Frente a un número significativo de espectadores, debió de confundirse al considerar que encabezaba una oposición de la que era figura visible pero no decisiva.

Referente para unos, operó como imagen reconocible que encubrió la militancia bajo apariencia de información al servicio de una cápora de políticos, empresarios e intelectuales nostálgicos de una etapa definitivamente cancelada. El activismo político se adoptó como causa y excusa el periodismo. A pesar de que el periodista se amparaba en el oficio para denunciar agresiones contra la libertad de expresión, López Obrador exhibió el uso torticero de la profesión como tapadera de una estrategia de acoso. Nadie dice que un medio o un periodista no tenga simpatías políticas, que no escrute ni examine al poder, pero cuando una personalidad o una ideología se convierten en asunto privativo de un noticiero y de su presentador eso es oposición bajo apariencia de periodismo. Loret de Mola trabajó de opositor mediático ataviado de periodista. La derrota del 2 de junio fue también la derrota de Carlos Loret y del entramado de Latinus, como la de otros informadores que a la brevedad trataron de deslindarse inútilmente de su posicionamiento anterior.

Todo indica que Latinus surgió como arma de combate contra López Obrador, que apostó por la victoria del candidato opositor, que vinculó su suerte a la de Andrés Manuel. Latinus perdió el envite. Parece ahora un proyecto abocado a la cancelación porque su horizonte se había limitado al término del mandato del actual presidente. Loret de Mola no ha sido un periodista de la plataforma rosa, sino su secuaz. Denuncia ahora que la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía lo persiguen por ejercer el derecho de información, pero se antoja evidente que utilizó ese derecho para acosar a un adversario que resulta que es el presidente de la República. Ni valiente ni osado, sólo temerario. Pervirtió el periodismo como ya había hecho con inmorales simulacros que costaron la libertad y la fama de ciudadanos sin opciones de defensa. Ignoro si la fiscalía y la UIF investigan con fundamento a Loret de Mola, aunque éste denuncia que se trata de una persecución política. La palabra del periodista no vale nada desde hace mucho porque manipula el periodismo para provecho propio y de la patulea que lo alienta o lo alentaba. En adelante le esperan mensajes en X de personajes públicos asegurando solidaridad, con intervalos de espera cada vez más largos, hasta llegar al absoluto silencio.            

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