¡NOS FALTAN 43 MIL!

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Este país está en llamas. La renuncia de las autoridades a cumplir con su obligación de brindar seguridad a las personas y sus bienes, ha significado la rendición de la plaza ante los criminales.
La entrega del espacio público a la delincuencia organizada era inevitable ante una estrategia tan ridícula como la de los “abrazos, no balazos”, y la de “acusar a los delincuentes con sus papás y sus abuelos”.
La estrategia es tan absurda que llama a sospecha. Más que una estrategia contra la inseguridad, parece un perverso acuerdo de ganar-ganar, donde los que ganan son los criminales que ven la cancha libre para hacer y deshacer, y los gobernantes que reciben apoyo financiero y operativo de los cárteles en las contiendas electorales.

El único que pierde es Usted. Usted y yo, y todas y todos los mexicanos de bien, y nuestras familias, amistades, y vecinos. El que pierde es México, pero los delincuentes y los gobernantes ganan.
Y que no nos vengan con que es la herencia de gobiernos anteriores, a cinco años de gobierno ese ya no es argumento, es excusa; lo cierto es que las cosas nunca llegaron a estar tan mal como ahora. La herencia terrible será la que le deje Obrador a su sucesora.

Entregará un gobierno que ha desmantelado las instituciones, muchísimas instituciones, pero en particular las de seguridad pública. Parece mentira, pero ni siquiera tenemos una Policía Federal. La Guardia Nacional no es eso, son militares con formación de tales, que nunca se convertirán en policías. En 2028, cuando el permiso constitucional para usar a las fuerzas armadas en tareas de seguridad venza, no tendremos ni policías, ni soldados en tareas de policía.

Y ni se diga las corporaciones policiales estatales y municipales. Fueron abandonadas a su suerte. Con presupuestos cada vez más raquíticos, el equipamiento y la capacitación también han ido mermado.
Un país sin capacidades institucionales no puede hacer frente a las graves exigencias que impone la realidad actual en la que se asesinan 95 personas en promedio diariamente; en la que se cometen 11 feminicidios todos los días; en la que desaparecen 24 personas cada día, una cada hora.

Y ya que hablamos de desapariciones forzadas, hay que aclarar que no, no nos faltan 43, en realidad, nos faltan más de 110 mil, pero a Obrador, en cuyo gobierno han desaparecido 43 mil personas, le podemos reclamar que ¡nos faltan 43 mil!

Paradojas de la vida, quien llegó a la presidencia de México enarbolando la consigna de: ¡Nos faltan 43!; quien exprimió políticamente el caso Ayotzinapa hasta más no poder, quien burdamente le sacó todo el jugo electoral posible, y que ahora, a nueve años de aquellos dolorosos hechos ha llegado a la conclusión de que las cosas sucedieron más o menos como lo dijo la “verdad histórica” de Murillo Karam -ahora preso por supuesto encubrimiento- carga sobre sus hombros mil Ayotzinapas, carga sobre sus hombros la desaparición de 43 mil personas.

Carga sobre sus hombros la responsabilidad política, pero no la quiere ver, voltea hacia otra parte, como lo hace con los homicidios dolosos, los feminicidios, las extorsiones, el dolor de México que se hace cada vez más intenso, y acusa a los padres de los normalistas de “exagerar”, por decir que hay un retorno a la verdad histórica. Pero no hay exageración, sí hay un regreso a las tres hipótesis originales: 1) Que fue una confusión del grupo criminal “Los Guerreros Unidos”, que creyeron que los jóvenes eran miembros de sus rivales “Los Rojos”; 2) Que los ejecutaron por haber secuestrado un autobús en el que había drogas, armas o dinero; y 3) Que fue un escarmiento del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, por las protestas realizadas por los jóvenes en el Palacio Municipal.

“Fue el Estado”, la otra consigna repetida una y mil veces para sacar raja política, ya tampoco es aceptable para Obrador, ya no se trata “de culpar por culpar”; ahora defiende al Ejército a capa y espada, y lo encubre.
Entretanto, esta nación -insisto- se revuelca en un lamento. Llora por Ayotzinapa, pero llora también por los cinco jóvenes secuestrados en Lagos de Moreno, que fueron obligados a matarse entre ellos, y por los siete adolescentes raptados en Malpaso, de los cuales ya fueron encontrados sin vida seis de ellos, y uno más se debate entre la vida y la muerte, y por los cientos de miles de víctimas de esta vorágine en la que han convertido a México.

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