Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, continúa con la farsa de la democracia en su país. Interesado únicamente en aparentar elecciones libres, opta por vetar ahora la participación de Corina Yoris, elegida en sustitución de María Corina Machado, para representar a la oposición en las elecciones del 28 de julio. No merece la pena registrar a las candidaturas vinculadas de una u otra manera con el régimen chavista.
Maduro no se presenta para contender en unas elecciones libres, sino para volver a ganar con el pretexto de una votación amañada al proscribir el derecho de que candidatas con opciones reales de victoria contiendan en los comicios de verano. En Venezuela no hay democracia, sólo apariencia de un sistema que hace ya unas décadas dejó de existir.
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Pero la noticia no procede de unos sufragios debidamente planeados y tramposos, sino de las declaraciones del presidente de Brasil, Lula da Silva, y del presidente de Francia, Emmanuel Macron, denunciando el 28 de marzo la situación antidemocrática del gobierno de Nicolás Maduro. Conviene subrayar la importancia de Lula en el contexto internacional y específicamente Latinoamericano.
Abiertamente socialista, emparentado en lo ideológico con el chavismo, ha elevado la voz para censurar la prohibición de que Corina Yoris aparezca en las boletas de las elecciones de julio. Quizás haya que entender estas declaraciones como una advertencia a la necesidad de que en los países Latinoamericanos las elecciones se celebren con plenas garantías democráticas. Lula es más que el presidente de Brasil, es una referencia política por lo que sus declaraciones han debido de incomodar al chavismo.
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Las palabras de Lula no hay que limitarlas al personaje. No sería descartable que las haya pronunciado como portavoz de un grupo de políticos de la región. Igualmente relevantes han sido las palabras de Macron, indiscutible líder de la Unión Europea, que expone la preocupación de la UE respecto de los próximos comicios. Todo indica que la atención internacional se dirige a Venezuela. Lula comentó que “no tiene explicación ni política y jurídica” el veto a la participación de Yoris. Por su parte, Macron insistió en que las elecciones venezolanas “no pueden considerarse democráticas”.
Independientemente de estas intervenciones, Venezuela no parece que se vaya a apartar de la ruta trazada al imponer en las boletas electorales a los candidatos cómodos para el chavismo. Unas elecciones a modo como llevan siendo desde que Maduro asumió el poder a la muerte de Chávez. La presión internacional poco puede hacer para que cambien las condiciones políticas del país. Con todo, las palabras de Lula da Silva adquieren otra dimensión que quizás inviten a cierto optimismo.
No hay que olvidar las estrechar relaciones entre Venezuela y Brasil. De momento, la denuncia internacional ha llegado a todos los medios de información y se difunde ampliamente. Al final, la decisión será del gobierno de Maduro. Pero algo es claro. Sin una candidata opositora de garantías, las elecciones son un ejercicio contrario al espíritu democrático.