La UNAM contra la UNAM

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Cada vez se advierte mayor distancia entre la UNAM y las autoridades que la gobiernan. Desorientación y ausencia de criterio distinguen unas decisiones que en poco tiempo han involucrado a la institución en un vértigo de desprestigio. El Dr. Leonardo Lomelí, Rector de la Universidad, circuló hace unos días un aviso informando que la UNAM se deslindaba de la tesis de un libro firmado por académicos del Instituto de Investigaciones Jurídicas que defendían la independencia del poder judicial y se posicionaban en contra de la reforma propuesta por López Obrador. Digno sucesor del flamante Lic. Enrique Graue, Lomelí precisaba que las opiniones vertidas en el volumen concernían en exclusiva a sus autores y no representaban a la Universidad. La responsabilidad de las ideas siempre corresponde al autor y no a la institución en que trabaja. Comparten el sobreentendido el Rector, la Junta de Gobierno, los investigadores que colaboraron en el libro y Claudia Sheinbaum, investigadora de la UNAM en excedencia. En realidad, el Dr. Lomelí elevó el episodio a categoría de suceso por incompetencia y servilismo, deslegitimándose en lugar de celar a la comunidad universitaria. El aviso a priori se dirigía a la sociedad sin considerar que a la sociedad poco le importa lo que diga la autoridad universitaria, pero más probablemente pretendía que alguien susurrara la bizarra ocurrencia al oído de Andrés Manuel.

La torpeza exhibe también otros tropezones ilustrativos del proceder atrabancado de las autoridades universitarias. El reglamento de la UNAM consigna que ningún académico debe de atentar en público contra la fama de otro compañero de la institución bajo amenaza de sanción. El intrépido investigador de la UNAM, sr. Guillermo Sheridan o ciudadano Sheridan, denunció en diciembre de 2022 en un periódico nacional el plagio de la tesis de doctorado de la Magistrada Jasmín Esquivel. Hace unos meses también acusó a Claudia Sheinbaum de haber plagiado su tesis doctoral en otro medio nacional. Esquivel no es académica de la UNAM, por lo que el artículo no aplica, pero sí en el caso de la Dra. Sheinbaum a quien la Universidad Nacional ha concedido excedencia como investigadora mientras duren sus encargos de funcionaria pública. A pesar de que el Lic. Graue en su momento declaró que “hay que restituir el prestigio y la integridad de la Universidad Nacional”, no restituyó nada y mejor dio un portazo. Pero en el momento en que sr. Sheridan o ciudadano Sheridan cursó la denuncia, la Universidad no giró ningún comunicado desmarcándose de la actuación del probo investigador, aceptando su conformidad con el denunciante. Igualmente calló en primera instancia ante la denuncia de plagio hacia Claudia Sheinbaum, con que se colige idéntica conclusión. Invita a la sospecha que hace un par de semanas se conociera que el Lic. Graue está siendo investigado por la Fiscalía a causa de defraudación fiscal.

Si los tribunales no se han pronunciado sobre el plagio de la magistrada Esquivel y la denuncia sobre el plagio de Claudia Sheinbaum ni siquiera ha sido tramitada en ningún tribunal, el osado sr. Sheridan o ciudadano Sheridan presuntamente ha difamado y calumniado incurriendo en un delito contra el honor de dos personas, una de las cuales es compañera de trabajo, por lo que ya habría ameritado una sanción en apego al estatuto del personal académico. El Rector Magnífico, Dr. Leonardo Lomelí, se deslinda públicamente sin necesidad de las opiniones expertas de unos académicos, pero en el caso de las denuncias de sr. Sheridan o ciudadano Sheridan que requerían el deslinde guarda ese silencio en que se hospeda la impunidad. Alguien ha plagiado o alguien ha difamado. Se ha cometido un delito pero la autoridad opta por callar, hacerse de la vista gorda y esperar al olvido. La complicidad es evidente e inobjetable la corrupción.

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