La libertad amenaza a la libertad y la libertad pone en riesgo a la libertad. Una razón de los
conflictos actuales reside en el secuestro de la libertad por parte de facciones que se arrogan su
monopolio en contra de la libertad. Sirve de ejemplo la querella sobre la estadounidense Sound
of Freedom (2023), dirigida por Alejandro Gómez Monteverde e interpretada por Jim Caviziel,
Eduardo Verástegui, Leo Severino y John Paul Dejoria. Quizás por exigencia publicitaria, la
película generó escándalo poco antes de su estreno entre quienes la apoyaban
incondicionalmente y quienes incondicionalmente la criticaban. La polémica promovió una
pendencia, indiferente a la película misma, entre simpatizantes y detractores que a la brevedad
se identificaron con republicanos y demócratas; operó como cuadrilátero de box en que cada
uno lanzaba violentos uppercuts con su guante calibrado en nombre de la libertad negando la
libertad del contrario. Sound of Freedom dejó de ser un largometraje para transformarse en
argumentario dirigido a descalificar al de enfrente.
Circulaban rumores intensos de que el establishment había censurado la proyección. Se
dispusieron los bloques de conservadores y progresistas en orden de batalla. La facción a favor
del filme recibió reiteradas acusaciones de fascista una vez que equiparó progresismo a
pederastia. De inmediato, el progresismo justificó la campaña de descrédito al asociar la
película con la teoría conspirativa de extrema derecha QAnon. Paradójicamente, a esta teoría
no sucedió otra de signo contrario sobre el progresismo al que podrían atribuirse características
semejantes: agenda oculta, pactos con el mal y demagogia. La conspiración conservadora no
procesó una conjura sobre ese adversario que promueve un antifascismo heroico y ridículo.
Las dos opciones se califican de antifascistas en lucha con el fascismo respectivo y en defensa
de la libertad. Un combate cuyo objeto es que la libertad que defiende cada una se imponga
sobre la libertad de la otra. Una batalla en que la libertad se asigna al margen de la libertad, en
que se manipula a modo para censurar la libertad del otro.
Curiosamente, el fondo de la película, la trata de niños y la pederastia, pierde relevancia
cuando es lo único relevante. Se antoja impensable que a alguien no le repugne la pederastia y
que no le parezca oportuno un material que la denuncie. Reducir el filme a película para
fascistas parece despropósito de un grupo de chiflados, tanto al menos como considerarla
ataque al Deep State. Sound of Freedom se centra en el drama de la pederastia desplegado con
oficio e interés cuyo resultado es una buena película. Nada más. Pretender cosa distinta exhibe
las patologías de una sociedad incapaz de mirar de frente a la realidad porque la realidad le
parece intolerable. El barullo causado por El sonido de la libertad expone el comercio de grupos
de interés con la libertad como pretexto para ejercer el autoritarismo.
La libertad amenaza a la libertad
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