La Generación Z está rediseñando la comunicación política

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Esta semana no hablamos de un caso aislado, sino de una suceso que ya lleva meses consolidándose. Uno de los partidos con mayor historia en México ha optado por abrazar los códigos de internet: memes, ironía, mascotas virales y confrontación directa. ¿Por qué lo hacen? ¿Está funcionando? ¿Qué dice esto del nuevo votante?

Las redes oficiales del PRI han dado un giro notable: de los mensajes institucionales pasaron a publicaciones que parecen sacadas de un shitpost bien curado. Gatos con suéteres tricolores, ilustraciones al estilo ‘core’ emocional, referencias a anime y comparativas abiertas contra Morena dominan su feed. Y lo hacen con una consistencia que revela una estrategia planificada, no improvisada.

Opinión

Como alguien que vive entre el análisis del marketing digital y la observación de lo político, esta nueva forma de comunicación partidista no me parece superficial ni irrelevante: me parece inevitable. Estamos viendo cómo los lenguajes se adaptan al ecosistema, y en redes sociales ese ecosistema es emocional, rápido, visual y muchas veces irónico. La política, si quiere permanecer visible, tiene que jugar bajo esas reglas.

Los memes del PRI no son simplemente “ocurrencias”, son producto de una comprensión —intuitiva o estratégica— de cómo funciona la atención en internet. No están tratando de convencer con propuestas detalladas o con grandes discursos ideológicos. Están, antes que nada, buscando que los vean. Y cuando la batalla es por segundos de scroll, eso ya es media victoria.

Por supuesto que genera ruido. Hay quienes se burlan, quienes critican, quienes señalan que es una estrategia desesperada. Y quizá lo sea. Pero, ¿quién está hablando de los demás partidos? ¿Quién está generando conversación en espacios digitales que normalmente se mantienen ajenos a la política? Ahí es donde esta estrategia resulta valiosa: ha puesto al PRI en boca de muchos que nunca se habrían detenido a mirar su contenido.

Y esto plantea preguntas profundas sobre el futuro de la comunicación política:
– ¿Debe un partido renunciar a la solemnidad para ser relevante en TikTok?
– ¿Hay un riesgo de que la estética del meme vacíe de contenido la discusión política?
– ¿O estamos simplemente ante una evolución natural del lenguaje político en la era digital?

Personalmente, creo que esta estrategia no es ni buena ni mala por sí misma. Su valor dependerá de lo que construyan sobre ella. El meme puede ser la puerta de entrada, pero si no hay un relato coherente detrás, se convertirá en ruido pasajero. Sin embargo, si lo usan como anzuelo para despertar interés genuino, puede ser una herramienta poderosa para reconectar con una ciudadanía desconectada.

Yo no defiendo partidos. Defiendo ideas que conectan. Y esta estrategia, guste o no, está conectando. Está hablando en el idioma de una generación que se ha sentido históricamente ignorada por la política formal. Si esto sirve para que más personas participen, cuestionen o incluso voten, entonces vale la pena observarlo con respeto, aunque sea desde la crítica.

Porque al final, la política también es narrativa. Y hoy, los narradores más influyentes no están en los discursos: están en los memes, en los reels, en los shitposts que se viralizan en segundos.

El alcance de esta estrategia no se mide solo en likes. Se mide en conversación. Con cada meme, el partido genera miles de reacciones (principalmente ‘me divierte’) y comentarios polarizados. En política digital, eso no es ruido: es visibilidad.

Te invito a reflexionar: ¿estamos ante el fin de la comunicación política solemne? ¿O simplemente dando la bienvenida a su versión 2.0, diseñada para una generación que solo cree en lo que comparte, reacciona y viraliza?

1. El lenguaje digital no se improvisa: se estudia y se adapta.
2. Las emociones y la estética dominan la política visual.
3. El engagement, incluso cuando es irónico, posiciona.
4. Comunicar como Gen Z no es rebajarse: es actualizar el canal.

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