Eurabia, capital París

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Los seguidores de Nuevo Frente Popular celebraron la victoria de su partido este domingo en Francia con banderas de Hamás y proclamas contra Israel. La alianza de partidos de extrema izquierda encabezados por Jean-Luc Mélenchon desplazó inopinadamente al tercer lugar a la formación de extrema derecha Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, ganadora de la primera vuelta a las legislativas de la Asamblea General. Mélenchon se presentó a los comicios con un programa paradójicamente contrario a las inquietudes de los franceses: puertas abiertas a la inmigración y rancio antisemitismo. Sus primeras exigencias a Emmanuel Macron, presidente de la República, han sido la aplicación no negociable de su programa político y el nombramiento de primer ministro para unmilitante de su partido. La amenaza de la extrema derecha se ha transformado en la realidad de la extrema izquierda porque el Partido Comunista es la extrema izquierda. En un contexto en que las ideologías se han desustanciado para nutrir a los populismos, se advierte que prerrogativas de la derecha más radical se adoptan sin revisión ni crítica por parte de la izquierda revolucionaria. El programa de Mélenchon, inaplicable en un Estado de Derecho, subvierte los principios identitarios de Francia desde 1789, pero también incrementa aún más una violencia en la tierra de la fraternidad. Las políticas del líder de Francia Insumisa atentan directamente contra el sistema democrático galo y europeo. Mélenchon no sólo alienta la inmigración, sino que fomenta la islamización, ese proceso que derriba los fundamentos de la cultura cristiana en favor de una teocracia. Este hecho es decisivo. Explica las falsas expectativas levantadas por la primavera árabe en que desde Occidente se asumió la posibilidad de democracias liberales en países musulmanes. Nada más contrario al Islam que la igualdad y la libertad aunque sea un acto de voluntad la renuncia a la igualdad y la libertad.

Acrónimo de Europa y Arabia, la noción de Eurabia se formula en el volumen Eurabia: The Euro-Arab Axis (2005), firmado con el seudónimo Bat Ye’or que se corresponde con el de la autora Gisele Littman, teórica de la conspiración. Las tesis expuestas en el libro desde luego son extremas o aparentemente extremas y retoma la idea de decadencia de Oswald Spengler. Con la victoria de Nuevo Frente Nacional y las exigencias de Jean-Luc Mélenchon, se antoja que esa ficción está más cerca de la realidad que todas las críticas y descalificaciones de que fue objeto. Las políticas planteadas por la Unión Europea, impulsadas con entusiasmo por Angela Merkel y secundadas por sus adláteres, para atraer a su territorio a migrantes árabes se han convertido en un problema irresoluble. Sorprende que Europa no haya aprendido de la historia reciente de Francia que hacina en banlieues a comunidades musulmanas que inmigraron durante el poscolonialismo, pero reacias a integrarse en la sociedad conservando el integrismo islámico. Iglesias vacías desentonan con mezquitas a rebosar. El laicismo se sustituye por llamadas a la oración del muecín. Hiyab, niqab y burka son prendas habituales que no incitan ya ni siquiera a la curiosidad y reclaman su derecho sobre el crucifijo o su apostasía que se les concede con mansedumbre. En apenas treinta años se ha normalizado un uso que en sí mismo es contrario a la igualdad y la libertad defendidas por Occidente.

Con Mélenchon, Eurabia es una realidad y su capital está en París. El populismo exhibe su rostro más siniestro. Da la impresión de que a cambio de votos que aseguren el acceso de los políticos al erario, cualquier propuesta es legítima a contrapelo del interés de los ciudadanos. Al convocar estas elecciones, Macron exhibió su estatura política y sepulta la V República Francesa.

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