Las crisis del capitalismo contemporáneo, sus problemas, violencias, conflictos y consecuencias cognitivas y de vigilancia, se pueden seguir entendiendo con los conceptos de Karl Marx,
Las crisis del capitalismo contemporáneo, sus problemas, violencias, conflictos y
consecuencias cognitivas y de vigilancia, se pueden seguir entendiendo con los
conceptos de Karl Marx, como el fetichismo, lucha de clases, alienación,
mercancías, falsa conciencia, teoría del dinero, materialismo etcétera.
Pues su metodología filosófica no ha cambiado en más de un siglo y medio de existencia
capitalista, pero no olvidemos que Marx vivió con sus propias aplicaciones
antropológicas, nació hace 205 años y lleva 140 desaparecido en el mundo físico;
es más, El Capital su obra más conocida es un repaso antropológico a las
condiciones materiales de producción de su época, que tenía sus modos y formas
de conocimiento, pero también Marx no conocía la realidad fuera de Europa, su
entendimiento era desde y por este continente, sumamente lineal y con sus
propias condiciones materiales desde el eurocentrismo, sin ver o ni siquiera
pensar fuera de su geopolítica.
La actividad de pensamiento que nos legó Marx sin duda fue emancipadora, y
encontró en América Latina una especie de patrimonio simbólico por nuestras
crisis y tensiones políticas y económicas, que colapsaron las utopías liberadoras
de la segunda mitad del siglo pasado. El fantasma seguía recorriendo al mundo,
pero ahora como lógica de destrucción creativa profundamente colonizada e
internalizada en nuestros imaginarios latinoamericanos.
Marx encontró en América Latina un caldo de cultivo con legiones de seguidores
de su giro lingüístico, que reivindicaron nuestro espacio vital para una mirada de
mudanza estructural del sistema latinoamericano, que por primera vez para los
ojos del mundo, nuestro universo cultural e historia humana era más compleja y
extraña, ante las miradas financieras y hegemónicas del conocimiento.
Esto fue concebido y hecho por científicos sociales de nuestro continente, ellos
repensaron las inabarcables ideas marxistas del siglo XIX para adecuarlas a las
teorías críticas periféricas y contrahegemónicas. Situaron los procesos y lenguajes
del multidisciplinario alemán, para sacar de la parálisis continental a una cultura
neobarroca, y así llegar (o intentar) a su propia construcción de conocimiento
sobre la conciencia posible, como panoplia al dominio eurocéntrico.
Es ampliamente desalentador que se siga entendido al capitalismo únicamente
con las terminologías marxistas; la relación entre alienación e ideología no ha
parado ni cambiado en nuestras realidades inmediatas.
Marx se sigue aplicando, pero poco se ha reimaginado, bueno, pareciera no ser
necesario hasta cierto punto, pues las avenidas emancipadoras han sido
absorbidas por el liberalismo, esa manipulación del lenguaje unidireccional que no
se entiende igual en América latina, pues la libertad es sinónimo de dinero y
quienes lo tienen adquieren más libertad de acción.
Por ejemplo, si seguimos aplicando un pensamiento medial para abordar la
ideología liberal, es decir desde los mass media, se puede acceder a toda clase
de mercancía visual e ideológica, ya que internet en sí mismo es la falacia de la
comunicación mundial al ofrecer estabilidad y seguridad informativa, a costas de
nuestro siempre y poco creativo actuar, visto desde las viejas industrias culturales.
Pero si cambiamos ese abordaje mediático y reimaginamos diversos espacios de
pedagogía crítica, podemos alejarnos del simulacro y crear rutas no lineales,
múltiples y diversas, donde Marx sea de ayuda interpretativa, con otras corrientes
y formas de pensamiento, en la construcción de nuevos lugares de acción social
ilustrada.
El debate en sí no es sobre si Marx es vigente hoy o no lo es, sino dilucidar sobre
las condiciones comunicativas del capitalismo que siguen existiendo en todo tipo
de interacciones sociales, culturales, políticas y económicas. Ocupemos al autor
solo en lo posible, dentro de esa antropología mecanicista que no ha dejado de
producirse en el mundo occidental, y al mismo tiempo liberemos nuestros espacios
de conocimiento de las ataduras disciplinarias y científicas que al ser europeas o
norteamericanas, no nos dejan transitar fuera de la idea liberal del dinero y
conformismo alienado que afecta no solo a los consumidores de estas prácticas
fetichistas sino a la misma enseñanza universitaria, que no aborda en muchos
casos, los grandes temas de nuestra época, y se limitan a repetir canónicamente
lo escrito por Marx.
Vivimos en una cultura de la comunicación, no hay otra opción, es el gusto del
sensacionalismo, la curiosidad, el placer y el deseo que no desenmascara nada y
continúa de forma asegurada por nuestras conciencias al encogernos dentro de
los mismas teorías y caminos epistémicos, al darnos un miedo que dista mucho de
ser líquido; usar a Marx actualmente es una necesidad impuesta por sujetos
sujetados, quienes cual zombies epistémicos, nos anexan más de lo que nadie
puede ya sustraerse.
La educación universitaria en Las Ciencias Sociales además de ser crítica, debe ir
a contracorriente y poner en crisis los paradigmas y teorías geocéntricas y
occidentales, dejar de estar fascinada por los términos que no dejan de escupir
expertos de las escuela europeas y norteamericanas del conocimiento, llegando a
generar en las nuevas generaciones conciencias fetichistas, por el alcance de un
número de catálogo que nos marca como seres humanos.
Cuanta más técnica apliquemos en la educación, más irrelevante será su contexto,
pues no se entiende fuera de su ciencia mediática materialista, y aquí vemos que
Marx es vigente pues no hemos salido de sus mismos métodos sobre la realidad y
percepción social.
Intentemos resurgir en la búsqueda, ya no, de un solo mundo de la crítica en el
mundo de la cultura, la educación y el lenguaje; busquemos otros vínculos entre la
complejidad y la contingencia de la estética y la existencia, no excluyamos la auto
reflexión ni las subjetividades de la ciencia, pues el único problema de la
alienación en todos sus niveles, incluyendo el educativo, es que aquel que hoy en
día quiera ser más concreto debe volverse más abstracto, y para eso poco sirven
los ortodoxos seguidores de Marx.
Vivir es este mundo de la ligereza, es cada día más difícil, pues mantener la
atención es el recurso más escaso para articular una idea alejada de lo visto
dentro de la cultura masiva, nos hemos asimilado como críticos que delimitan
pequeños mundos que lo recortan más que entenderlo, y eso empobrece cual
reproductibilidad técnica empacada en una lata de sopa.
¿Queremos seguir usando a Marx? Sí, un sí rotundo, pero situándolo en sus
propias condiciones materiales y denunciado sus vicios, y no como sustento de
una sociedad mundial que utiliza a la comunicación que divide aquello que no
comunica. En cuanto podamos estudiar las lógicas del capitalismo, pongámonos
anteojos diferentes para ver mundos posibles, para encontrar las diferencias
descendamos para aprender sistemas sociales parciales y no totalizadores.
Invitemos al alejamiento de las superficies coloridas diseñadas de forma sencilla
que usan a Marx de manera forzada, es como si lo estudiamos para comprobar
lo que él mismo comprobó hace más de un siglo.
Estudiemos lo dicho por el autor, pero no nos entreguemos voluntariamente y
llenos de gozo a la servidumbre de usar conceptos solo por simular aplicarlos, la
crítica es crisis, y un derecho de elegir la propia identidad y responsabilidad con
los recursos de nuestro tiempo, mientras más nos hundimos día a día en la marea
de la comunicación no comunicada, tanto más urgente se vuelve un servicio
intelectual determinado por un fin social al alcance de nuestras manos.
Leamos y/o reelamos a Marx, puede ser, actualmente, un buen antídoto ante el
doctrinal sistema capitalista.
LA CIMA 27/10/23
Textos híbridos de periodismo contemporáneo
Bernardino Rubio Tamariz