“El robo del siglo” fue como se denominó un asalto al Banco de Río, en Argentina, en enero de 2006. El robo fue perpetrado por una banda de seis delincuentes que, en un primer momento, logró sustraer 19 millones de dólares, aunque a la postre, todos fueron detenidos, enjuiciados y purgaron sus penas hasta estar hoy día de nueva cuenta en libertad.
Sin embargo, durante los hechos, la opinión pública se volcó anonadada y expectante para conocer el desenlace de las operaciones del mismo día, de la suerte de los 23 secuestrados, y de las pesquisas posteriores; tanto impactó el asunto en las noticias que fue ahí que se le asignó el nombre de “el robo del siglo”. De hecho, hay una película protagonizada por el famoso actor Guillermo Francella, estrenada en 2020 que trata precisamente sobre este notable suceso de la historia reciente de aquel hermano país.
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En Colombia, por su parte, también ocurrió un asalto bancario en 1994, este, al Banco de la República en Valledupar, del que los delincuentes extrajeron 33 millones de dólares, quedando hasta la fecha impune, y al que la gente dio en llamar “el robo del siglo en Colombia”. Estos hechos también dieron vida a una serie de televisión estrenada en 2020 en Netflix, en la que se narran estos eventos.
Supongo que si seguimos escarbando, en otros países podríamos encontrar eventos calificados por la opinión pública como “el robo del siglo”, pero, por lo que hace a México, me parece que nuestro “robo del siglo” está ocurriendo en este mismo momento y ante nuestras propias narices sin que nadie diga ni haga algo. De hecho tanto “el robo del siglo en Argentina”, como “el robo del siglo en Colombia”, palidecen frente a lo que está ocurriendo con “el robo del siglo en México”.
Si en Argentina extrajeron 19 millones de dólares en un asalto, y en Colombia 33 millones en otro, en México se extraen algo así como 340 millones de dólares cada mes, esto es algo así como 5,775 millones de pesos mensuales.
En lo que él denomina “La estafa de bienestar”, la cifra fue calculada por Sergio Negrete Cárdenas, con base en revelaciones hechas por Elena Chávez en su más reciente libro “El gran corruptor”.
El cálculo es bastante simple y hasta conservador: si el gobierno ha dicho que hay 12,101,111 beneficiarios de las pensiones de adultos mayores (es decir, de 65 años o más), y la Comisión Nacional de Población (CONAPO) sostiene que en el país solo hay 10,982,810 adultos mayores, la diferencia es de 1,118,301 adultos mayores que simple y sencillamente no existen, pero que sí reciben el dinero.
Esto supera aquel fenómeno muy famoso en México en el que los muertos votaban. Ahora no nomás votan, ahora también cobran su pensión.
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A lo anterior, Sergio Negrete agrega una pequeña proporción de adultos mayores que sí existen, pero que por una razón u otra no cobran la pensión, digamos que se trata de gente que no la necesita o que no la quiere, pero que representaría al menos a 1 de cada 15 adultos mayores, lo que suma otras 806,741 personas, para alcanzar los casi 2 millones de personas, o para ser precisos, 1,925,042 adultos mayores a quienes supuestamente se les entregan 6,000 pesos bimestrales.
Es de ahí, que Negrete calcula los 5,775 millones de pesos mensuales, o, al tipo de cambio de 17 pesos por dólar, los 340 millones de dólares cada mes. ¡Esto es 10 asaltos del siglo colombianos cada mes! ¡18 veces el asalto del siglo en Argentina! ¡cada mes!
Incluso la estafa de Segalmex que importa la friolera de 11,000 millones de pesos, equivale a apenas dos meses de la estafa del bienestar. Igual podemos dejar de lado las adjudicaciones directas en Pemex -incluido el contrato de 360 millones de pesos a la prima de López Obrador-, o las tropelías de Bartlett, de Ana Gabriela Guevara, de Carlos Lomelí, del compadre de Rocío Nahle, de los hijos del presidente, de sus hermanos, o de su secretario particular, todo se queda chico frente al robo de tan enormes proporciones que significan las pensiones del bienestar. Todo en nombre de los más desvalidos. ¡Clásico del populismo!
Lo cierto es que la cifra es conservadora, habría que agregarle -cosa que no hacen ni Chávez, ni Negrete-, lo que se sabe que también ocurre: que muchas personas que reciben la pensión en efectivo solo reciben la mitad, quedándose los “servidores de la nación”, con la otra mitad. Con esto, la cifra alcanza niveles astronómicos. Se trata pues, ni más ni menos que del robo del siglo en México.