El PAN de espaldas a México

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Los resultados electorales del 2 de junio expusieron una lastimosa oposición. Aumenta a diario la sospecha de que impugnaciones, denuncias de elección de Estado, acusaciones de injerencias de López Obrador pretenden ocultar la incompetencia de PAN, PRI y PRD.

Caso destacado es Acción Nacional. Hace unos días varios exgobernadores de la formación instaron a Marko Cortés a que hiciera “autocrítica”. La invitación reside en un optimismo desmentido de manera iterativa y en el oportunismo de la hora.

Sorprende que intrépidos personajes del blanquiazul exijan una reflexión que debió de preceder a la elección de Cortés como presidente del partido. Desde el inicio resultó evidente que luce inteligencia escasa, verbo execrado, elocuencia estreñida. Cerril y parvo, opera como desvencijada marioneta manipulada por quien le susurra al oído. Su autoritarismo infantil exhibe a cabalidad ausencia de criterio e independencia.

Sin habilidades políticas, ni integridad moral, ni competencia intelectual, su elección sólo se justifica si aseguraba una conveniente administración del aparato destinada a engrosar cuentas corrientes de la dirigencia municipal, estatal y federal. La corrupción como negocio exclusivo de una formación pretextando servicio a la sociedad. No procedía lo que no fuera conseguir ingresos abultados. El PAN vivió todos estos años al margen de los mexicanos reiterando paradójicamente su asistencia a los mexicanos.   

Ahora declara Marko Cortés que impugnará los comicios que ganó Claudia Sheinbaum porque operó una elección de Estado. Sin embargo, de la denuncia no se colige en automático que el PAN hubiera recibido más votos. En los últimos seis años el PAN no realizó ningún trabajo con la sociedad que permita concluir que hubiera sido más competitivo. Se antoja frívolo considerar que un partido indiferente a los ciudadanos en tres meses pueda posicionar a su candidata como opción. Cortés y los dirigentes del PAN han conspirado contra México y contra su partido. La formación política aparece hoy desarbolada en lo moral, inasequible en lo social, extraviada en su podredumbre sin salida a la vista. Como siempre, los aspirantes a presidir el PAN retoman el manido discurso de rehabilitar los olvidados principios porque sus principios solo sirven para olvidarse y recordar que se olvidaron después de cada fracaso para informar a continuación que ahora sí se rehabilitarán.

            Marko Cortés, cuyas ínfulas superan sus ambiciones, debió de haber dimitido, disolver el Comité Ejecutivo Nacional, excluir de todo cargo a los que llevan treinta años ocupando todo tipo de cargos. Incomoda que hoy unos exgobernadores firmen una carta para afearle la conducta a Cortés cuando antes se abstuvieron. Se antoja el oportunismo y el ventajismo de siempre de los de siempre. El problema no reside en Morena, sino en Acción Nacional a causa de sus dirigentes preocupados en exclusiva en que sus nombres se registren en los primeros lugares de las listas plurinominales.

La decadencia de Acción Nacional se originó lustros atrás, los sucesivos dirigentes han evitado contenerla por interés y complicidad. Sin democracia interna, con la única preocupación de llenarse los bolsillos, con el padrón cancelado desde hace más de diez años, con estructuras en todo el país reactivas al cambio y en manos de los mismos, lo higiénico para México es que el PAN se disuelva.  

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