El Partido Liberal con Mark Carney a la cabeza ha ganado las elecciones en Canadá, el efecto que ha
generado la continuidad de los liberales en el poder ha sido atribuido de manera generalizada al regreso
de Donald Trump a la Casa Blanca y a su ofensiva inédita ante un gran país como lo es el canadiense.
Aseguran los analistas que los ataques de Donald Trump generaron un sentimiento de nacionalismo y de
unidad entorno al Primer Ministro quien en su momento era Justin Trudeau, lo cual les permitió remontar
mas 20 puntos en apenas 6 meses.
Esto tiene mucho de verdad, pero la realidad es más profunda y poderosa y va más allá de una mera coyuntura política; la lección de vida que hoy ha recibido el Partido Conservador de Canadá con Pierre Poilievre a la cabeza, debe servir de ejemplo para todos los políticos del mundo y también para quienes aspiren a ingresar a la política porque el error que originó que, incluso el líder del Partido Conservador perdiera en su propia circunscripción, se basa simple y sencillamente, en un hecho rotundo: radicar su discurso de campaña en el discurso de alguien más, en este caso, en el de Donald Trump.
Para exponer con claridad este asunto, habremos de precisar un hecho que es remarcado en
Canadá, Pierre Poilievre, el líder del Partido Conservador es llamado el «Donald Trump canadiense » y
dicho sobrenombre hacía que el propio Poilievre se sintiera orgullo de ello, hacía bromas al respecto e
incluso se inspiró en el lema de Trump « Hagamos grande a América de nuevo » para su propio lema
« Canada primero » y nunca perdía la oportunidad de buscar cualquier parelelismo con su homólogo
americano para replicarlo, a grado tal que, se ufanó de las bromas que recibió Justin Trudeau y pretendió
aprovecharse de ello. Cuando Donald Trump asumió la Presidencia de su país, desató la guerra tarifaria
contra Canada, lo llamó a convertirse en el estado 51 y declaró en contra de sus instituciones; en
consecuencia, el efecto de rebote golpeó de manera inevitable a los Conservadores.
Este golpe fue mayor cuando Donald Trump inició sus ataques contra las libertades sexuales, religiosas y de forma inhumana arremetió igualmente contra los inmigrantes, ocurrió entonces que esos mismos paralelismos que alguna vez fueron sus fortalezas se convirtieron, literalmente, en su derrota politica. Era imposible que los ciudadanos canadienses no se cuestionaran qué haría Poilivre (tan fanático de Trump) una vez que llegara al poder.
Y así, sin más, ni más, se quedó sin discurso y no logró revertir este daño colateral.
El mismo hombre que había presionado por la renuncia de Trudeau, al irse el Presidente liberal,
vio consumirse el último de sus argumentos. Desde luego que esto lo analizaron los conservadores e
incluso en febrero expresaron la necesidad de cambiar el discurso, pero Poilivre ya no lo aceptó y de
cierta manera era inevitable deshacerse de esa asociación de imagen que ya tenía y que, desde luego, no
paso desaparcibida para una sociedad inteligente, pensante y participativa como la canadiense que salió
a votar (para lección de otros paises) por Mark Carney el hombre que consideran, es el mejor preparado
para afrontar los retos económicos que tiene su nacion, no por el más popular, no por el más simpático,
sino por aquel que ha demostrado experiencia y preparación en el manejo de las crisis económicas y creo
que, finalmente, esa conciencia colectiva es un ejercicio que debe descatarse en este proceso electoral
canadiense.