Editorial. No hay plagios y plagios

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Plagio adquiere importancia en ámbitos en que no debería tener ninguna.

Los plagios ocupan un espacio informativo no sólo que no merecen sino que están fuera de proporción en relación con la situación del país. En estricto sentido, no parece que a la señora de la tiendita de abarrotes le importe algo, ni al plomero que marcha al trabajo a las seis de la mañana o al vigilante nocturno que ocupa su lugar de trabajo a las diez de la noche. El plagio es significativo para una porción reducida de la ciudadanía pero no por cuestiones políticas sino académicas. Sin embargo, intereses y conspiraciones de todo tipo y facción han elevado el plagio a no se sabe qué que puede influir decididamente en las opciones de los candidatos a la presidencia. Sin desmerecer la relevancia del plagio, el plagio adquiere importancia en ámbitos en que no debería tener ninguna. El Diccionario de la Academia Española define plagio como la apropiación por parte de un autor de un texto o unas ideas que corresponden a otro. La usurpación no se limita a la literalidad sino también a la apropiación indebida de ideas que transforma a algunos antiplagiarios en plagiarios, que afecta a muchos que se escandalizan ante un plagio pero que no saben escribir sin plagiar. Confinar el plagio a la reproducción de un texto ajeno es apenas el inicio del problema que si se enfrenta con seriedad tendrá consecuencias incalculables. 

​La gravedad del plagio no reside en la cantidad


​La gravedad del plagio no reside en la cantidad copiada, sino en el acto mismo de plagiar. De modo que es inútilexonerar a Xóchitl Gálvez en atención a que su trabajo de titulación es mero informe de su experiencia profesional o a que sólo reprodujo 32 párrafos y no 68. El plagio es siempre censurable en todo escrito de cualquier naturaleza sin importar además el porcentaje. En este caso, el interés se circunscribe al ámbito académico y no debería afectar a su candidatura a la presidencia, entre otras cosas porque su desempeño como funcionaria pública ha sido intachable. No deberían optar a ninguna candidatura quienes han sido corruptos en el ejercicio de un puesto público pero no han plagiado sus tesis, o quienes tienen muertos a sus espaldas por negligencia en el cargo pero sus tesis son inmaculadas. Si Xóchitl plagió, la Universidad debería retirarle el título, aunque lo recupere después de presentar un nuevo trabajo ahora sin plagios. Pero hay algo que honra a Gálvez e ilustra su probidad, el reconocimiento de la falta que además indica su voluntad de enmienda. Xóchitl cometió una falta, loreconoció y ha mostrado desde el principio su disposición para corregirla.

​El caso de Jasmín Esquivel es diferente. Nunca aceptóel abuso, se amparó, dejó el caso en manos de sus abogados, maniató a la Universidad. Un juez absolvió en sentencia firme a Esquivel, contra la que no cabe recurso, pero no laexime de haber plagiado. Jurídicamente ha ganado la partida, pero a costa de su dignidad. Si Jasmín Esquivel realmente fuera honrada reconocería el plagio, renunciaría a la magistratura de SCJN puesto que es requisito necesario el título de abogado y volvería a elaborar una tesis si lo quisiera.

​En ambos casos la falta es la misma, pero las dos han actuado de manera opuesta, subrayando la honestidad de Xóchitl y destacando la deshonestidad de Jasmín. El plagio de Xóchitl no le impide ser candidata a la presidencia de la República, el plagio de Jasmín le obliga a abandonar el cargo. 

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