El domingo tuvo lugar el tercer y último debate de los candidatos a la presidencia de México. Entre comunicadores y periodistas no hay acuerdo sobre quién ganó aunque no sea relevante ni para los votantes ni para el debate. En mi opinión, fue un debate mediocre y gris en que nadie sobresalió, ni siquiera fue tema la producción o los conductores. Quizás el cansancio de la campaña asomó en un momento inoportuno, quizás las encuestas afectaron el ánimo de los presidenciables. Claudia Sheinbaum se presentó como es habitual, proyectando una imagen sobria y profesional, ceñida al guion del que no se apartó en ningún momento. Xóchitl Gálvez, tras una jornada significada por la tumultuosa marcha de la Marea Rosa y un buen discurso pronunciado el Zócalo a un lado de Palacio Nacional, apareció desconcertada y poco asertiva, Jorge Álvarez Máynez mostró más empaque que en los debates anteriores aunque no disimuló sus constantes críticas hacia la candidata de PAN-PRI-PRD que evitó casi siempre en relación con la candidata de Sigamos haciendo Historia.
Este tercer encuentro trató asuntos importantes para el país: política social; inseguridad y crimen organizado; migración y política interior; y Democracia, pluralismo y división de poderes. En juego, la visión de la democracia y el Estado de Derecho. Los rubros a priori más interesantes eran inseguridad y democracia. Sin embargo, todos los candidatos sin excepción defraudaron. Lugares comunes, medidas ya aplicadas sin éxito, ausencia de novedosas iniciativas, trazaron las directrices de seguridad. Claudia apegada al guion de una policía con mayores capacidades. Habrá que ver que hará con el Ejército y la Marina que hoy dominan el concierto nacional en ese rubro. Gálvez insinuando un regreso a la estrategia del presidente Calderón. Un viaje al pasado que postra a México en la actualidad.
La corrupción fue otro asunto de interés en el que Claudia no se involucró ante los embates de la candidata de Fuerza y corazón por México, quien tampoco respondió cuestionada por Máynez y Sheinbaum. Más atractivo y decisivo por lo sugerido fue la polémica en torno a la democracia y el Estado de Derecho.
El dilema, decisivo para México, no fue atendido con la convicción y vehemencia que ameritaba. Cada candidata enumeró sus propuestas, pero faltó decisión y audacia. Xóchitl pudo haber tumbado en la lona a Claudia, pero fue incapaz de hacer faena. Claudia nuevamente puede sentirse satisfecha por el desempeño.
Con todo, el ciudadano sabe qué representa cada una y que se puede esperar una vez que una de las dos llegue a la presidencia.