Llegó la fecha fatídica para unos, obsequiosa para otra. Contra pronóstico, Claudia Sheinbaum recibió el nombramiento de candidata de Morena a la Presidencia de México en las elecciones de 2024. En una disputada encuesta, la exjefa de gobierno de Ciudad de México se impuso solo por 14 puntos a su inmediato perseguidor, Marcelo Ebrard. Pocos auguraban el triunfo de Sheinbaum dado lo cerrado de la carrera. Respetuoso de la constitución y la legalidad, López Obrador, verdadero demócrata y Presidente de todos los mexicanos, se cuidó mucho de mostrar la mínima preferencia por cualquiera de los precandidatos. El ejemplo de Andrés Manuel cundió entre los competidores que realizaron campañas austeras y sobrias, a pesar de la maledicencia neoliberal. Todos optaron por camión en lugar de avión, puestos de tacos en vez de restaurantes de postín, hoteles discretos a lujosos complejos. Seducían al pueblo siendo ellos mismo pueblo. Qué otra cosa pueden ser si pertenecen a Morena. Por arte magia se llenaron los espectaculares de toda la República con la imagen de Claudia Sheinbaum, en menor medida con la Adán Augusto López. Al parecer se trató de una iniciativa espontánea de ciudadanos en apoyo a ambos, que denunció el fuego amigo. En el periplo los candidatos exhibieron carisma, convicción, talante político, temperamento de estadistas. No extraña que los mítines y actos multitudinarios se abarrotaran de mexicanos que sinceramente acudieron a apoyar al candidato predilecto. Por vez primera vez en un proceso de este tipo, no hubo acarreados, ni los gobernadores se implicaron, ni financiaron a determinados candidatos. Un proceso claro, transparente y hondamente democrático. Una lección para el México transformado que amerita incluirse en los libros de texto gratuitos.
Sin embargo, una voz irrumpe entre tanta complacencia y autobombo: Marcelo Ebrard. El excanciller durante la jornada decisiva comenzó muy temprano a denunciar trampas, ausencia de equidad, carencia de transparencia. Acusa directamente a Mario Delgado, Presidente de Morena, de ser un cobarde. Exige la repetición de todo el proceso. Malú Micher, coordinadora de la campaña de Ebrard, sufre violencia cuando quiere entrar en el World Trade Center, donde se procede al recuento. Los reclamos de Marcelo empañan un proceso ejemplar hasta ese momento según la versión oficial. Al parecer, el proceso ha sufrido numerosas irregularidades empezando por la violación sistemática del Presidente a sus promesas de igualdad de trato y oportunidad de los candidatos. El Presidente de todos los mexicanos solo favoreció a Sheinbaum. Las encuestas solo corroboran el dedazo que destapó a Sheinbaum dos años antes. La cacareada jornada, según Ebrard, es una farsa más que suma a las farsas cotidianas del ejecutivo de Morena. Otras voces se suman a los señalamientos: Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña. Marcelo Ebrard se excluye finalmente del proceso poco antes de darse a conocer los resultados.
Claudia es la elegida por el Presidente; Marcelo, el excluido por el aparato de Morena. Falta saber la decisión de Ebrard respecto a su permanencia en el partido. Quizás ahora inicie otro proceso al interior de Morena más decisivo que el vivido hace escasas horas. Xóchitl Gálvez gana la apuesta a López Obrador.