Da la impresión de que las campañas de Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum han llegado a su fin. En realidad, no a su fin pero sí a este fin que marcan las navidades desde hace unas semanas. Los equipos de las candidatas se han tomado al pie de la letra el periodo Guadalupe-Reyes. No hay nada de nada en ninguna parte. Todo está parado, paralizado, pasmado. Las campañas están en punto muerto. Los indicios de esta reducción vienen de lejos.
Xóchitl ha sido incapaz de proponer una estrategia eficaz y atractiva, sumida en el desorden de un equipo que ha contrarrestado el desconcierto sumando a nueva gente al equipo que no se sabe muy bien si se debe a su competencia profesional o a la urgencia de generar noticias desde la campaña. La candidata del Frente todavía no se ha hecho con un mensaje opuesto al de Sheinbaum que despierte el interés de los ciudadanos. Limitada a malas palabras, ocurrencias torpes y salidas de tono, Gálvez parece incapaz de reconducir su campaña a pesar de la mucha gente que va sumando que van restando a los que ya estaban. Hasta la llegada de Max Cortázar, la encargada de comunicación política fue un desastre. Con Cortázar no es un desastre pero no es nada, quizás porque nada hay que comunicar. El equipo de campaña reitera que no están en campaña, sino en precampaña. No es descartable que una vez que inicie el periodo de campaña aduzca que están en campaña y no en precampaña para justificar la parálisis. Pasa el tiempo de manera inexorable. Un tiempo irrecuperable y no pasa nada. La campaña de Xóchitl es una campaña perpleja, incapaz de reacción, imposibilitada de exhibir ímpetu. ¿Qué pasa? Todo indica que el problema está dentro del equipo, que los integrantes están más pendientes de sus intereses que de trabajar para la candidatura. Esta dispersión de intenciones frena una campaña que a estas alturas debería volar.
Sheinbaum empezó con fuerza, disciplinada y ordenada, al servicio de una estrategia debidamente planeada, con un discurso definido, con un mensaje indiscutible. Se situó desde el primer momento como la adversaria a batir. El inconveniente de Sheinbaum es Sheinbaum. Con el paso de las semanas, la candidata del oficialismo, sin disminuir sus actividades, ha caído en un discurso plano e irrelevante que termina por relegar su campaña a anécdota. La campaña no está detenida o se ha detenido ahora, pero la sensación que transmite es de inmovilismo. Sus eventos frente a la ciudadanía son siempre lo mismo: no aporta nada, no hay sorpresas, no dice nada que no haya dicho desde el principio. Se atiene al lema “continuidad” sin reparar en que Sheinbaum no es López Obrador. Esta debilidad de la campaña de Sheinbaum es una de las vulnerabilidades que el equipo de Xóchitl debería aprovechar porque es una constante que se mantendrá hasta el final del proceso.
La ciudadanía no se merece estas campañas mediocres e insulsas, sometidas a una inercia que ya ha perdido tracción. Por el bien de México, esperemos que una vez que concluya el periodo navideño las campañas irrumpan renovadas, ilusionantes, concentradas, propositivas. Esperemos que se pueda asistir verdaderamente a dos modelos de país frente a frente para que los mexicanos tengamos elementos para decidir la que consideremos la mejor opción.