Editorial. Álvarez Máynez, ¡¡salud!!

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Jorge Álvarez Máynez, candidato a la presidencia de la República por Movimiento Ciudadano (MC), inició su campaña en Lagos de Moreno, Jalisco. Localidad ubicada en el Estado donde MC tiene más presencia. Enrique Alfaro, figura visible del partido naranja y gobernador de la entidad, no asistió al evento. La única explicación a esa ausencia es la ruptura absoluta entre Alfaro y el partido. Sin Alfaro, Máynez fue un huérfano que intentó reparar su soledad con la presencia del emecista y candidato a la gubernatura Pablo Lemus Navarro.

Pero Lemus no es Alfaro, ni en Jalisco ni en MC. Alfaro representa una facción poderosa del partido naranja en lo nacional. Hace unos días declaró que no está interesado en la “nueva política”, ni en Samuel García, padrino de Máynez, ni en Marianita y sus tenis fosfo-fosfo, ni en las chelas como compañía preferente de unos jóvenes que todavía no han salido de la adolescencia. Lemus acompañó a Álvarez Máynez pero no pudo disipar esa sensación de orfandad y sordidez de la campaña. El candidato ha cometido demasiados errores en pocos días, ganándose un desprestigio personal y político del que ya no escapará en los meses siguientes.

El arranque de campaña fue tan patético como el candidato. Nada reseñable excepto mediocridad, grisura e irrelevancia. Una campaña a la medida de Máynez y de Samuel García. La “nueva política” es exactamente eso: algo que no puede formularse ni en palabras, ni en propuestas, porque Máynez es político rancio a pesar de su juventud, asesorado por un indigente intelectual, Samuel García, que actúa en su Estado, Nuevo León, como un autócrata, con serios señalamientos hacia él y su familia de relaciones con el crimen organizado.

Puesto que Álvarez Máynez no ha dicho todavía qué es la “nueva política”, ni se espera que lo diga en algún momento, cabe conjeturar que consiste en calzarse unos tenis fosfo-fosfo, tomarse unas chelas y unos shots entre evento y evento, insultar y faltar al respeto a Manlio Fabio Beltrones, recibir la renuncia irrevocable de la coordinadora de campaña, aceptar con una sonrisa que recaigan sobre tu padrino fundadas sospechas de relaciones con organizaciones criminales y arrancar la campaña a la presidencia en un Estado gobernado por un compañero de partido que no asiste al acto porque se avergüenza del candidato, del grupo que encabeza y de la dirigencia nacional. Equipado con este bagaje Álvarez Máynez inició su campaña el viernes 2 de febrero.

Pronunció un discurso anodino, previsible, manoseado. Se resume en que se compromete a seguir demostrando lo que su partido, como conjunto, puede hacer. Afirmación muy coherente con la idea de “nueva política” que tampoco nadie sabe qué es.

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De momento, la campaña de Máynez consiste en decir cosas sin sentido, formular extravagancias, declarar lugares comunes, todo con mucha “nueva política”. Su actitud, sin embargo, mandó un mensaje claro: “¡qué hago yo aquí! ¡Qué hace esta gente que ha venido a verme cuya presencia no se justifica ni siquiera por su condición de acarreados¡” Quizás sólo fue un pretexto para organizar otra parranda ahora en Lagos de Moreno una vez que terminó el evento, bailar con tenis forfo-fosfo por la “nueva política” y enviar un montón de mensajes en X y videos en Tik-Tok.

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