
La comunicación tiene vertientes diferentes y desde cualquier ángulo, la idea centrar es dar a conocer hechos, sucesos, personas y personalidades, acciones y acontecimientos. La actualidad es dominada por algoritmos, trending topics y exposición constante. Parecer pesa más que ser.
La velocidad con que circula la información en las plataformas digitales ha redefinido por completo el concepto de reputación. Hoy, lo que se dice, lo que se hace, o incluso lo que se omite, puede convertirse en contenido viral en cuestión de segundos. En este contexto, algunas figuras públicas optan por el riesgo, como utilizar elementos negativos como estrategia para atraer atención, está elección, lejos de ser inocua, puede tener consecuencias devastadoras.
La comunicación digital ha democratizado el acceso, perotambién ha potenciado los efectos de los escándalos y errores. Una declaración imprudente, una acción que se sale de control, un gesto cuestionable o una acción desafortunada puede desatar una reacción en cadena difícil de contener. Y en la era del archivo eterno, el olvido ya no es una opción. todo queda registrado, todo se consulta, todo se reproduce.
En política, donde la credibilidad lo es todo, la fama construida desde la polémica es un arma de doble filo, quien apuesta por el ruido termina prisionero de él.
La notoriedad obtenida por hechos lamentables o cuestionables puede, a la corta o a la larga cerrar puertas, aislar aliados y erosionar la confianza ciudadana, puede ser lamentable en muchos sentidos.
Ser recordado por lo negativo no solo es una carga difícil de revertir; es, muchas veces, el fin silencioso de una carrera.
Ante este panorama, la comunicación estratégica debe abrazar la ética, la coherencia y la visión de largo plazo. No se trata solo de emitir mensajes, sino de construir relatos genuinos que conecten con la gente desde el respeto y la verdad. El liderazgo no se impone por volumen, se conquista con credibilidad.
La visibilidad sin legitimidad es solo ruido, y el ruido, por más fuerte que sea, nunca construye reputación ni sostiene liderazgo.