Chile confirma la reconfiguración del mapa político en América

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El contundente desempeño de la derecha en Chile, no sólo ordena el panorama para el balotaje entre José Antonio Kast y Jeannette Jara, también proyecta un reacomodo político regional que ya asoma desde hace al menos dos años. Lo que ocurre en Santiago no es un hecho aislado, sino una pieza más de un viraje continental que está reconfigurando el mapa político de América.

En Chile, la elección confirma dos tendencias claras.

La primera: el voto castigo contra las promesas incumplidas del progresismo en materia de seguridad, crecimiento y gobernabilidad.

La segunda: el retorno a un clivaje clásico entre orden y cambio, en el que la derecha capitaliza el malestar por la inseguridad y la percepción de estancamiento económico.

Que Kast (candidato de derecha) llegue la segunda vuelta con el respaldo automático de las demás fuerzas derechistas anticipa una segunda vuelta profundamente inclinada a su favor.

Históricamente, Chile ha sido un laboratorio político de la región, desde el experimento neoliberal de los ochenta, la transición pactada de los noventa, la alternancia moderada de la Concertación y la derecha en los 2000, hasta el péndulo progresista de la última década. Sin embargo, pocas veces se había observado una ventaja tan abrumadora para un bloque ideológico. Ni siquiera en los mejores momentos electorales de Sebastián Piñera la derecha superó el 55%. La barrera del 70% marca un hecho político de época.

En el contexto latinoamericano, este resultado suma una nueva ficha al avance conservador. Argentina y El Salvador ya habían enviado señales claras; Uruguay parece encaminarse a otro ciclo de continuidad; Perú y Ecuador viven procesos en los que la izquierda luce debilitada.

Así, el caso chileno opera como confirmación, el péndulo regional vuelve a moverse hacia la derecha. No necesariamente hacia un mismo tipo de derecha, hay matices liberales, conservadores, anti estatistas o autoritarios, pero sí hacia una narrativa común que habla de orden, estabilidad y una crítica fuerte al progresismo que gobernó buena parte de la región en la última década.

Chile, nuevamente, marca tendencia. Y sus resultados anticipan un reacomodo ideológico que podría profundizarse en los próximos años. América observa, y el mapa político empieza a colorearse de nuevo.

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