Chavismo y obradorismo

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Hace unos días, un querido amigo que milita en Morena me cuestionó respecto del señalamiento ampliamente difundido hace unos años en el sentido de que, de continuar por la ruta obradorista, México podría llegar a parecerse a Venezuela; me dijo concretamente: “¿ya ves? Se decía que estaríamos como Venezuela, y no pasó nada”.

El planteamiento llamó mucho mi atención porque creo exactamente lo contrario. Creo que, en efecto, los pasos que México ha dado durante los últimos seis años afianzando un modelo populista autoritario lo acercan mucho a lo que ocurre con el sistema político venezolano.

Si cuando se decía que México sería como Venezuela, algunos entendían que seríamos “exactamente” iguales que Venezuela, pues no entendían nada, o no querían entender.

Cuando se hacen paralelismos de esa especie -muy frecuentes en la ciencia política comparada-, no se pretende decir que las cosas ocurrirán “exactamente” igual, sino solo eso, que hay paralelismos, que las cosas se pueden parecer, que algunos aspectos se pueden repetir. Para eso es la ciencia política comparada.

Por otra parte, tampoco se puede esperar que un proceso que en Venezuela ocurrió a lo largo de 25 años, se repita igual en México en tan solo seis años, es decir, si Venezuela está como hoy está, es porque ha sufrido una evolución paulatina que ha tomado un cuarto de siglo. Sería iluso pensar que México arribaría al mismo estatus en tan solo un sexenio. Sin embargo, venezolanos que conozco, y que vinieron a México escapando de las pésimas condiciones de vida de aquel país hermano, dicen que ven en México el mismo proceso pero más acelerado, como diciendo que si allá las cosas tomaron 25 años, en México podrían suceder en menos tiempo, quizá 20 o 15 años.

Así las cosas, yo sí veo claras similitudes entre lo que pasó allá en ese tiempo, y lo que estamos viendo en nuestro país ahora. Allá empezaron con un populista -Hugo Chávez- que cuestionó el statu quo de la Venezuela de los 90s en que dominaban la escena política dos grandes partidos entre los cuales la alternancia era común. Esa alternancia derivó de los acuerdos de Punto Fijo, localidad en la que se pactó seguir la vía democrática y se acordaron las principales reglas al respecto, algo similar a nuestra reforma político-electoral de 1996 que creó el IFE y demás. Chávez repudió el puntofijismo diciendo que era un pacto entre dos iguales que se repartían el poder, algo como lo que Obrador hizo acá al vender la idea de un “PRIAN”.

Así llegó Chávez al poder en 1999 y comenzó a hacer importantes cambios constitucionales, uno fue el de permitir la reelección indefinida, cosa que aún no ha ocurrido acá, pero lo que sí ha ocurrido es que cuando Chávez se separó de la presidencia por cuestiones de salud, nombró a su sucesor -Nicolás Maduro-, para que continuara con su “legado”. Acá, Obrador también ha iniciado esa misma suerte de Maximato, colocando a Sheinbaum y dictándole lo que deberá hacer cuando presida el país.

El chavismo arremetió contra el Poder Judicial a grado que exilió a la suprema corte y la sustituyó por una a modo, exactamente igual que ahora el obradorismo quiere hacer con la reforma judicial. También arremetió contra el legislativo para colocar en su lugar a una mayoría de representantes leales al régimen, como ha sucedido también en México.

Tanto el chavismo como el obradorismo han atacado al empresariado, han amedrentado a los medios, han capturado a los otros poderes y entes autónomos, y han implantado una justicia selectiva para perseguir a sus adversarios y otorgar impunidad a sus aliados, tal como acá ha ocurrido con Rosario Robles o Ricardo Anaya, por un lado, y con Manuel Bartlett y los propios hijos de Obrador, por el otro.

Así, la concentración de poder en una sola persona ha sido un proceso largo pero continuo que ha derivado en una situación en la que los venezolanos carecen de derechos y libertades, y en la que estos días los ha llevado a la calle a manifestarse. La reacción del gobierno ha sido el fraude electoral y la represión política.

La liga del chavismo con el narcotráfico también está bien documentada, como también lo está la relación entre el obradorismo y el crimen organizado.

De continuar por la ruta del populismo autoritario, llegará el momento en el que podamos ver nuestro reflejo en el espejo venezolano. A no ser que tomemos medidas oportunas.

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