Encuestas y realidad electoral

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Se afirma con razón o sin ella que una encuesta es la fotografía de un momento de las
preferencias electorales. En el proceso actual, a tenor de los resultados que arrojan las
auscultaciones, el momento es una multiplicidad de momentos a los que en cada caso se le
atribuye una fotografía. La disparidad es tal que estamos ante fotogramas capaces en caso de
unirlos de montar una película de varias horas de duración con todo tipo de aventuras y lances.
Estos resultados demuestran que las encuestas no son una instantánea de un momento, sino una
instantánea de lo que conviene en un momento. No asistimos a la realidad sino a intereses que
deforman esa realidad pero que se transmiten como si fueran realidad. No afirmo que se trate
de una manipulación, pero se antoja equiparable. Por ejemplo, hay encuestas que señalan una
diferencia de 30 puntos entre unos candidatos y otros, que traducido en votos supone la friolera
de 15 millones; otras se limitan a marcar una distancia de 8 puntos que se corresponden a 4
millones de papeletas. Todas las casas encuestadoras declaran que los números obedecen al
mismo momento. Obviamente, no puede ser el mismo momento, ni siquiera dos momentos
distintos separados por un breve lapso. En consecuencia, no son fotografías o instantáneas, en
todo caso sofisticadas elaboraciones culinarias en la cocina demoscópica.

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A pesar de las diferencias y de los recelos que levantan estos platillos de ingredientes
desconocidos, lo que parece incuestionable es que las encuestas toman el pulso general, vago e
impreciso, de las tendencias electorales de lo municipal a lo nacional. Se sabe sin duda que en las
campañas presidenciales Claudia Sheinbaum está por encima de Xóchitl Gálvez y que Jorge
Álvarez Máynez apenas es una comparsa. El problema reside en que no se sabe con seguridad la
distancia entre las dos punteras, aunque todo indica que es lo suficientemente holgada para que
Claudia venza sin contratiempos a su inmediata perseguidora. La información es significativa
porque reorienta las aspiraciones electorales de los partidos políticos. Da la impresión de que en
los meses siguientes se centrarán en las elecciones locales, las gubernaturas y en la composición
de las cámaras.
Hasta ahora, Morena gana las encuestas, pero esa intención de voto parece
sobreestimada. Lo probable es que la diferencia entre el oficialismo y la oposición sea menor a
lo que exhiben los ejercicios demoscópicos, abriendo la posibilidad de sorpresas en los resultados
electorales. Todo indica que esa sorpresa no se dará en la elección presidencial en que
difícilmente Xóchitl compite por diferentes factores con Claudia. Pero quizás se dé en las
elecciones locales y en las cámaras, hacia donde debería dirigir sus esfuerzos la oposición. PRI,
PAN y PRD y donde Morena deberá trabajar intensamente por la consolidación de su
movimiento. Las elecciones se dirimen en frentes diversos. Alianzas y coaliciones deberían
enfocarse en lo factible y no en lo deseado

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