Lo que alguna vez fue un crucial reservorio de agua, hoy se muestra como un yermo en medio del paisaje urbano.
Tras su completo secado, ahora es posible transitar hasta las ruinas de la Hacienda de El Palote, que fue anegada para dar lugar a la construcción de la presa que lleva su mismo nombre.
De aquel edificio histórico, solo quedan algunos fragmentos de muros y una habitación que han desafiado el paso del tiempo y las condiciones adversas del embalse.
Cuando la presa alcanzaba su capacidad máxima, el agua se elevaba hasta aproximadamente cuatro metros. Sin embargo, en la actualidad, no hay rastro alguno de agua.
Lo que antes era un vibrante hábitat y un espacio para la comunidad, ahora muestra pisos agrietados, redes de pesca abandonadas y una atmósfera desoladora.
Las aves migratorias se vieron obligadas a buscar refugio en otros lugares, mientras que aquellas que no pudieron volar fueron rescatadas para evitar un trágico desenlace.
Cerca de 200 gansos y patos, que anteriormente gozaban de libertad, ahora se encuentran confinados en pequeños corrales, donde son cuidados y cuentan con albercas para protegerse del intenso calor.
Las embarcaciones que solían utilizarse para la pesca quedaron varadas desde que la presa se secó por completo. Esto ha dejado sin sustento a unas 26 familias, cuya principal fuente de ingresos dependía de esta actividad.
«Estamos brindando atención especial a los pescadores de la presa El Palote. Desde la Secretaría de Reactivación Económica se han implementado programas directos y de emergencia para proporcionar apoyo alimentario», afirmó Jorge Jiménez Lona, alcalde de León.