El debate entre los candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos, previsto como un choque acalorado, resultó ser sorprendentemente civilizado y ordenado. Este martes, el gobernador demócrata de Minnesota, Tim Walz, de 60 años, y el senador republicano por Ohio, J.D. Vance, de 40 años, se vieron por primera vez cara a cara tras meses de ataques a distancia. A lo largo del encuentro, ambos respetaron estrictamente sus turnos y mantuvieron un tono calmado, incluso cordial.
A pesar de algunos momentos de tensión, como cuando Vance se quejó por una corrección realizada por una de las moderadoras de la cadena CBS, lo que llevó a silenciar los micrófonos por un breve periodo, la hora y media del debate transcurrió sin mayores incidentes. Este ambiente contrastó con la alta expectativa que generó el evento, ya que las campañas actuales están cargadas de imprevistos.
Los candidatos, compañeros de fórmula de la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump para las elecciones del 5 de noviembre, han captado la atención pública en diversas ocasiones, impactando la opinión popular de maneras distintas. Tim Walz, exprofesor y entrenador de fútbol americano, lanzó una frase que se volvió viral, calificando a sus oponentes como «gente rara», lo que la campaña demócrata adoptó como un lema no oficial. Por su parte, J.D. Vance, autor del libro superventas Hillbilly, una elegía rural, ha estado en el centro de la polémica por comentarios controvertidos, como su ataque a Harris por no tener hijos, lo que generó un movimiento en redes sociales en defensa de las mujeres sin hijos.
A lo largo del debate, el tono fue mucho más moderado que en anteriores apariciones públicas. Vance incluso coincidió varias veces con Walz, afirmando «en realidad, estoy de acuerdo», mientras que el demócrata destacó que había «mucho en común» entre ellos. Los temas abordados fueron variados, desde política exterior, pasando por la crisis migratoria y el cambio climático, hasta derechos reproductivos y control de armas.
Uno de los momentos más tensos ocurrió cuando se le preguntó a Vance si deportaría a padres de familia, lo que abrió un debate sobre la propuesta de Trump de realizar una deportación masiva, sin dejar clara su postura sobre la separación de familias. Vance también volvió a mencionar a la comunidad haitiana en Springfield, Ohio, aunque sin repetir el infundado rumor de que estos inmigrantes se comían las mascotas de sus vecinos.
El debate también tocó los derechos reproductivos, un tema clave para los demócratas. Walz se mostró más confiado en este aspecto, mientras que Vance suavizó sus posturas radicales del pasado, defendiendo que el asunto debería dejarse en manos de los estados.
A pesar de abordar temas delicados como el rol de Trump en el asalto al Capitolio en enero de 2021, el tono del debate se mantuvo moderado, con ambos candidatos recurriendo a sus historias personales para conectar con la audiencia. Tanto Walz como Vance provienen de comunidades rurales y de clase media del Medio Oeste, una región clave en la política estadounidense, y comparten antecedentes militares: Walz como exoficial de la Guardia Nacional y Vance como exmarine.
Con encuestas que predicen una contienda cerrada, el objetivo de ambos candidatos era atraer votos, especialmente en los estados péndulo como Arizona, Georgia, y Pensilvania, que serán decisivos en las elecciones. La atención ahora se centra en cómo impactará este debate, junto con el presidencial de Filadelfia entre Harris y Trump, en los pocos votantes indecisos que podrían inclinar la balanza en noviembre.