La mañana del viernes, Pedro Castillo, expresidente peruano recluido en el penal de Barbadillo desde diciembre de 2022, fue llevado de emergencia al hospital de Ate, cercano al penal, debido a síntomas que su abogado, Wilfredo Robles, describió como «preinfarto». Castillo presentaba dolores en el pecho y malestar general. Tras exámenes médicos, el hospital informó que estaba «estable con evolución favorable».
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Su salida del hospital
Sin embargo, poco después de su ingreso, Castillo, fuertemente custodiado, abandonó el hospital en una ambulancia y fue devuelto al penal después de ser dado de alta. La falta de información sobre su estado de salud generó incertidumbre y especulaciones, exacerbando la preocupación entre sus seguidores.
Robles denunció que el expresidente había informado sobre sus dolencias desde hace tres semanas, pero las autoridades penitenciarias ignoraron su estado de salud. La defensa y varios representantes gubernamentales exigieron trasladarlo a un centro médico especializado para realizar más exámenes, solicitud que no se cumplió.
Los cargos
El expresidente, en prisión desde diciembre de 2022 por la disolución del Congreso, enfrenta acusaciones de rebelión, abuso de autoridad y corrupción. Su destitución y encarcelamiento son objeto de denuncias legales por parte de sus abogados ante organismos internacionales, alegando violaciones de derechos humanos y actos de tortura.
Cabe destacar que Castillo se encuentra incomunicado con su familia, refugiada en México, situación calificada como un «acto de tortura» por sus abogados. A diferencia de su caso, el expresidente Alberto Fujimori, quien estuvo detenido en el mismo penal, recibió visitas y pudo comunicarse telefónicamente durante su reclusión. Castillo comparte este centro penal exclusivo para expresidentes con Alejandro Toledo, pero no tienen contacto entre ellos.