A casi cinco meses de haber asumido la presidencia en Argentina, Javier Milei se encuentra ante el segundo paro general convocado por el influyente sindicalismo en rechazo a las reformas económicas, impositivas y estatales que impulsa para desmantelar regulaciones arraigadas durante décadas.
Posando con una camiseta azul con la frase “Yo no paro”, Milei, un economista ultraliberal y de extrema derecha, expresó en redes sociales su desacuerdo con la huelga, considerándola una estrategia política del sindicalismo para debilitar su gobierno. Su mensaje finalizó con su característico grito de «Viva la libertad, carajo».
La medida de protesta de 24 horas, liderada por la Confederación General del Trabajo (CGT) y secundada por la Central de los Trabajadores de la Argentina, se hizo sentir con fuerza en Buenos Aires, donde prácticamente todos los gremios del transporte público se unieron al paro.
El metro y las líneas ferroviarias urbanas no operaron, impactando a millones de usuarios. Se reportaron incidentes de agresión a los pocos autobuses en servicio, aparentemente perpetrados por sindicalistas que buscaban una adhesión total a la huelga.
Los aeropuertos de Buenos Aires lucían prácticamente desiertos debido a la suspensión de cientos de vuelos. Aerolíneas Argentinas informó la cancelación de 191 vuelos, afectando a cerca de 24,000 pasajeros y generando pérdidas cercanas a los dos millones de dólares.
En el ámbito comercial, la actividad se vio considerablemente reducida en la capital, mientras que muchos docentes no pudieron asistir a sus trabajos debido a la falta de transporte público.
Los sindicatos rechazan las políticas de ajuste de Milei, que incluyen el déficit cero y reformas económicas e impositivas aprobadas recientemente por la Cámara de Diputados. Dichas reformas, especialmente sensibles para los sindicatos, han sido criticadas por el movimiento obrero, que denuncia el desmantelamiento del Estado y la desprotección social que conllevan.
La huelga se da en un contexto de protestas continuas contra las políticas de Milei, destacando las asambleas de transporte del lunes y los bloqueos organizados por organizaciones sociales izquierdistas el martes.
