Benjamin Netanyahu, líder del Gobierno israelí, declaró el 5 de mayo la clausura de las operaciones de la cadena de noticias Al Jazeera en Israel, justificando esta medida por la presunta provocación de «acciones contra la seguridad del Estado» y su supuesto rol de propaganda para el movimiento Hamás durante el conflicto en Gaza.
El pronunciamiento obtuvo un respaldo total del gabinete de guerra israelí y se basa en una normativa legislativa previamente aprobada en abril por el Parlamento de Israel, que habilita restringir las acciones de medios extranjeros considerados como «hostiles hacia el país».
El ministro de Comunicaciones, Shlomo Karhi, anunció que esta medida implica la prohibición de la transmisión de Al Jazeera en Israel, así como el cierre de sus sedes y la incautación de sus equipos, incluso dispositivos móviles, además del bloqueo de acceso a su portal web.
Por otro lado, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas desaprobó la acción, exhortando al Gobierno israelí a revocar su decisión. La ONU señala que los medios de comunicación libres e independientes son cruciales para asegurar la transparencia y la rendición de cuentas, especialmente en contextos como el actual, con restricciones severas a la información proveniente de Gaza.
La Asociación de la Prensa Extranjera de Israel describió la determinación gubernamental como un «día oscuro para la democracia» y una «preocupación para todos los defensores de una prensa libre».
Asimismo, Human Rights Watch condenó la medida como un «ataque a la libertad de prensa», según una declaración escrita divulgada por Omar Shakir, director para Israel y Palestina de HRW, el mismo domingo.
El portavoz del Secretario General de la ONU, Stéphane Dujarric, también repudió el cierre de Al Jazeera por parte de Israel, reiterando la firme oposición de la ONU a cualquier acción que limite la libertad de prensa.
La medida se produce en un momento en que los negociadores se reúnen en El Cairo en un intento de asegurar un alto el fuego y un acuerdo sobre los rehenes, mientras Qatar juega un papel crucial en las negociaciones del conflicto en curso.