Los Ángeles se encuentra en medio de una ola de protestas masivas, principalmente de la comunidad inmigrante mexicana, desencadenadas por las redadas y detenciones del ICE.
Esta tensa situación social, que ha provocado enfrentamientos con las fuerzas del orden y la presencia de 2,000 agentes de la Guardia Nacional por orden de la administración federal, genera incertidumbre sobre la realización de dos importantes torneos de fútbol: el Mundial de Clubes y la Copa Oro.
Miles de manifestantes han salido a las calles, portando banderas mexicanas y exigiendo el cese de las deportaciones. La respuesta del gobierno de Donald Trump, desplegando a la Guardia Nacional sin la aprobación estatal o municipal, ha intensificado el choque político con las autoridades demócratas de California, como el gobernador Gavin Newsom y la alcaldesa Karen Bass.
Aunque la Concacaf y la FIFA no han emitido comunicados oficiales, la persistencia de las protestas y la fuerte presencia de seguridad en las calles cercanas a los estadios ponen en duda el desarrollo normal de ambos eventos. Los equipos se preparan para competir en una ciudad inmersa en un clima de conflicto social, mientras la comunidad futbolística observa con atención cómo se desenvolverán estos torneos en medio de una crisis latente.