A un mes del inicio de las Olimpiadas, el río Sena presenta niveles de contaminación que impiden el nado y ponen en riesgo las pruebas acuáticas e incluso la ceremonia inaugural.
Los análisis realizados entre el 16 y el 23 de junio revelan que la calidad del agua del Sena se encuentra «degradada» debido a una combinación de factores: lluvias intensas, caudal elevado, poca luz solar, temperaturas inusualmente bajas y contaminación proveniente de zonas río arriba.
Si bien las autoridades esperan una mejora en la situación para la próxima semana, el alto caudal del río (seis veces superior a lo normal en esta época) y la presencia de bacterias fecales por encima de los límites permitidos han generado dudas sobre la viabilidad de las competiciones de triatlón y natación en aguas abiertas.
La ceremonia inaugural, que incluye un desfile a lo largo de seis kilómetros del río, también se encuentra en riesgo debido al elevado caudal de agua. Las fuertes lluvias podrían ocasionar el vertido de aguas residuales sin tratar al Sena, una situación que las obras de retención recientemente inauguradas buscan evitar.
Ante este panorama, las autoridades barajan un plan B que contempla el aplazamiento de las pruebas acuáticas, pero no un cambio de escenario.
La contaminación del Sena no solo amenaza el desarrollo de los Juegos Olímpicos, sino que también pone en riesgo la salud de los atletas y del público asistente. Las bacterias fecales presentes en el agua pueden ocasionar enfermedades gastrointestinales y otras complicaciones.
La situación del Sena sirve como un recordatorio urgente de la necesidad de tomar medidas para proteger nuestros recursos hídricos. La contaminación del agua es un problema global que requiere un compromiso serio por parte de gobiernos, empresas e individuos.