El mundo despide al último representante vivo del llamado Boom latinoamericano conformado por grandes como el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar y el mexicano Carlos Fuentes
Flores en la acera, libros entre manos y rostros conmovidos marcaron el amanecer del lunes en Lima. Frente a la casa del Nobel Mario Vargas Llosa, en el distrito de Barranco, decenas de personas se acercaron en silencio para rendir tributo al autor que convirtió la literatura peruana en patrimonio universal. El escritor falleció el domingo a los 89 años, dejando un vacío imposible de llenar.

El Gobierno decretó duelo nacional, y las banderas en todo el país ondean a media asta. El velorio se realiza en privado, como fue su voluntad, y sus restos serán incinerados.
A primera hora, la presidenta Dina Boluarte acudió al domicilio familiar para presentar sus condolencias en nombre del país. Fue recibida por Álvaro Vargas Llosa, el hijo mayor del escritor, con quien compartió un emotivo abrazo. “Hemos perdido a uno de nuestros mejores hombres”, dijo Álvaro, con la voz entrecortada.






Reconocido mundialmente por obras como La ciudad y los perros, Los cachorros, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo, entre muchas otras, Vargas Llosa fue galardonado en 2010 con el Premio Nobel de Literatura, por su profunda exploración de las estructuras de poder y la lucha del individuo frente a ellas. “Estuvo en el corazón del Boom latinoamericano”, recordó este lunes la Academia Sueca.

Aunque la familia no informó oficialmente las causas de su muerte, se sabía que su salud se había deteriorado en los últimos meses tras su regreso a Lima en 2024.

Mientras tanto, la capital peruana le rinde homenaje. Las librerías colocaron sus títulos más célebres en las vitrinas con descuentos especiales. En el Colegio Militar Leoncio Prado, donde estudió y que inspiró La ciudad y los perros, los cadetes formaron sus iniciales, “MVLL”, en un acto simbólico.

“Vargas Llosa es la prueba viva de que se puede hacer de la pasión una forma de vida”, comentó David Marreros, un joven artista que acudió con un ejemplar bajo el brazo. Gustavo Ruiz, filósofo, lo recordó entre lágrimas: “Para mí fue un referente. Su literatura me salvó”.
Nacido en la sureña ciudad peruana de Arequipa el 28 de marzo de 1936 en una familia de clase media, fue educado por su madre y sus abuelos maternos en Cochabamba, Bolivia, y luego en Perú.

Tras sus estudios en la Academia Militar de Lima obtuvo una licenciatura en Letras y dio sus primeros pasos en el periodismo.
Se instaló en 1959 en París, donde se casó con su tía política Julia Urquidi, 10 años mayor que él, y quien inspiraría más tarde La Tía Julia y el escribidor, y ejerció varias profesiones: traductor, profesor de español y periodista de la Agence France-Presse.

Años después, rompió con Urquidi y se casó con su prima hermana y sobrina de su exmujer, Patricia Llosa, con quien tuvo tres hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana, y 50 años de relación.
Vargas Llosa se divorció de Patricia tras iniciar en 2015. Con casi 80 años, inició un romance con una conocida personalidad del mundo madrileño, Isabel Preysler, expareja del cantante Julio Iglesias. En 2022 anunciaron su separación.

En los últimos meses, el autor vivió en Lima casi retirado tras una prolífica carrera que lo llevó a la cúspide de las letras hispanas.
Alguna vez dijo que el teatro fue su primer amor y fue dramaturgo de obras como La señorita de Tacna. A la pantalla grande llegaron sus textos Pantaleón y las visitadoras y Tune in tomorrow, entre otras.
De sus tantas visitas a México siempre será recordada la de 1990, cuando en una mesa redonda en Televisa, en la que estaban también Enrique Krauze y Octavio Paz, Vargas Llosa afirmó que «México es la dictadura perfecta».
Queda su obra y