Se conmemora un aniversario luctuoso más del autor de dos obras maestras de la literatura universal: El Llano en llamas y Pedro Páramo
El escritor Juan Rulfo escribió en 1953 El llano en llamas. Y aunque no fue fácil que le publicaran, el escritor no cesó en su intento. Conocido por ser un hombre tímido que prefería la soledad, Rulfo tuvo reconocimiento mundial.
Además de su pasión por escribir, Juan Rulfo también fue historiador, fotógrafo y guionista de cine. Dos años después de su primera obra publicó Pedro Páramo, novela por la que recibió en 1955 el Premio Xavier Villaurrutia, mismo que inició con él.
A 38 años del fallecimiento del autor considerado el padre del realismo mágico y por consecuencia, gran influencia en Gabriel García Márquez, es recordado y reconocido como un renovador de la narrativa en el ámbito hispanoamericano, cuya influencia perdura en las letras y el cine.
Nacido como Juan Nepumuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno en San Gabriel, Jalisco, Rulfo enfrentó desde temprana edad desafíos económicos tras la muerte de su padre. Su travesía literaria inició con la publicación de El llano en llamas en 1953, una colección de relatos que exploran temas como la muerte, la orfandad y la pobreza, marcando su presencia en el panorama literario de mediados del siglo XX.
La obra cumbre de Rulfo, Pedro Páramo, publicada en 1955, es reverenciada como un hito que revolucionó la literatura mexicana. Críticos y colegas de renombre, como los premios Nobel Kenzaburo Oé, Mo Yan, Elías Canetti y Gao Xingjian, han elogiado su narrativa única y su impacto en la escena literaria internacional.
«Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa: ‘¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda!’ Era Pedro Páramo. Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura. Nunca, desde la noche tremenda en que leí la Metamorfosis de Kafka en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá había sufrido una conmoción semejante».
Gabriel García Márquez
La vida de Rulfo no solo se desenvolvió entre las letras, sino que también incursionó en el séptimo arte. Su participación en la escritura de guiones, como «El gallo de oro» (1958), y su contribución al cine experimental con «El despojo» (1959) y «La fórmula secreta» (1964), revelan su versatilidad artística y su interés por la fusión de la imagen y la palabra.
Además de su legado literario, Rulfo destacó como fotógrafo, director del Departamento Editorial del Instituto Nacional Indigenista y presidente honorario de la Sociedad General de Escritores de México. Su influencia se extiende más allá de las fronteras, con traducciones de sus obras a más de 50 idiomas, incluidas lenguas indígenas mexicanas.
Rulfo fue galardonado con premios como el Xavier Villaurrutia, el Nacional de Letras y el Príncipe de Asturias, sigue siendo homenajeado con el Premio Bellas Artes para Primera Novela Juan Rulfo, establecido en 1980. Su partida el 7 de enero de 1986 no apagó su legado, que continúa inspirando generaciones de escritores y cineastas.
En octubre de 1985, a Juan Rulfo se le diagnosticó cáncer pulmonar, lo cual, hasta cierto punto, era de esperarse, dado su inveterado gusto por el tabaco. A partir de entonces, el autor comenzó a desmoronarse poco a poco, “como si fuera un montón de piedras”.
Finalmente, hacia las 19 horas del martes 7 de enero de 1986, Rulfo falleció a los 67 años en su departamento de la calle Felipe Villanueva, en la colonia Guadalupe Inn de la Ciudad de México.
Con colaboración de Gibrany Jazzmelet
