Jorge Ibargüengoitia, a 40 años de su muerte

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El autor de las novelas Estas ruinas que ves, Las muertas, Los pasos de López, Dos crímenes y La Ley de Herodes, entre otras, sigue vigente con su humor crítico

El 27 de noviembre de 1983 el Vuelo 11 de Avianca, a 20 kilómetros del aeropuerto de Barajas, Madrid, tuvo un fatídico accidente. A pocos minutos de aterrizar, se estrelló y estalló en llamas. En el Jumbo viajaban 181 personas, muchos de ellos escritores, quienes iban a participar en el Primer Encuentro Hispanoamericano de la Cultura, en Bogotá.

Casi todos murieron y entre los fallecidos se encontraba el escritor Jorge Ibargüengoitia.

Considerado por colegas y amigos como uno de los más agudos e irónicos autores de la literatura hispanoamericana y un crítico mordaz de la realidad social y política del país, Jorge Ibargüengoitia cumple 40 años de ausencia física, pero su obra escrita lo mantiene presente en los diferentes ámbitos de la literatura. 

Su sentido del humor cáustico lo colocó dentro de los escritores incómodos, y al mismo tiempo, de los preferidos y destacados de la literatura mexicana. «Trivializaba lo grande y redimensionaba lo trivial, encontraba las fibras sensibles del mexicano», lo describe la escritora Julia Santibáñez, y agrega, «hay que leer a Ibargüengoitia porque se disfruta».

En 1983, el escritor vivía en París, Francia. Allá recibió una invitación para asistir al Encuentro de la Cultura Hispanoamericana que se llevaría a cabo por aquellos días en Colombia. Pese a no querer en un inicio volar hacia ese destino, finalmente aceptó. Salió de su casa para dirigirse al aeropuerto y tomar un vuelo a Bogotá con escalas en Madrid y Caracas. Pero un fatídico accidente en el aeropuerto de Madrid acabaría con su vida. Tenía 55 años. 

Jorge Ibargüengoitia estudió Arte Dramático y Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de Teatro en la ciudad de Nueva York. Fue becario de las fundaciones Rockefeller, Fairfield y Guggenheim, así como del Centro Mexicano de Escritores. 

Además de escritor, se desarrolló como promotor cultural y docente al dirigir la Escuela de Verano de la Universidad de Guanajuato y dar clases en el Summer Institute de la Universidad de Bradley, Illinois. Su obra literaria, considerada una de las más prolíficas e influyentes en el contexto hispanoamericano del siglo XX, comprende novela, cuento, teatro, artículos periodísticos y relatos infantiles.  

Obtuvo galardones como el Premio Ciudad de México de la VII Feria Mexicana del Libro, en 1960, por su obra La conspiración vendida; Premio Casa de las Américas 1963 por la obra de teatro El atentado y en 1964 por la novela Los relámpagos de agosto, así como el Premio de Novela México 1975 por Estas ruinas que ves.  

Además, es autor de las novelas Dos crímenes (1974), Las muertas (1977) y Los pasos de López (1982) en las que cuenta historias irónicas y sarcásticas, y de La ley de Herodes y otros cuentos (1967). Entre sus piezas teatrales destacan Susana y los jóvenes (1954), Clotilde en su casa (1955) y El atentado (1963).  

A 40 años de su fallecimiento, la crítica literaria del país lo califica como “sinónimo de libertad”. Para Alicia García Bergua: “Su obra encierra en sí misma todo tipo de libertades, desde la crítica y la creativa, hasta la humorística”. Es un autor fundamental en la literatura mexicana y latinoamericana”, dice por su parte Verónica Murguía: “Toda su obra está vigente y es trascendente, es reflejo del país en que vivimos, a veces trágico, a veces cómico, o los dos al mismo tiempo”. 

Juan Villoro comenta: “Ibargüengoitia era políticamente incorrecto y su tema era su propia mirada, su forma de ver el mundo y la realidad mexicana. Esto nos ayudó a ver la vida de manera distinta y con ello nos contaba la vida secreta del país que aún permanece hasta la actualidad”.

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