Ciclo Rivera y el cine de vanguardia

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Serán tres filmes que establecen un diálogo visual entre el mural El hombre controlador del universo (1934), de Diego Rivera, y el cine de la época

En el marco conmemorativo del 90 aniversario del Museo del Palacio de Bellas Artes se presenta la exposición Diego Rivera. Nueva vida a un mural destruido 1933/1934. Esta muestra profundiza de una manera sintética en los orígenes, proyectos iniciales y procesos creativos de la primera versión del fresco que Rivera pintó en el vestíbulo del Centro Rockefeller en Nueva York, titulado El hombre en la encrucijada (1933). Tras la censura y destrucción de esta obra, el artista guanajuatense la recreó y adaptó en el Palacio de Bellas Artes bajo un nuevo título para la inauguración del recinto.

En el mural El hombre controlador del universo (1934), Diego Rivera presenta una síntesis visual de la oposición entre los órdenes capitalista y socialista, con visiones encontradas sobre la ciencia, la máquina en relación con los recursos naturales, y sobre la organización política y social. Estos temas resonaban con las preocupaciones del cine de vanguardia de la época. En este ciclo, seleccionado por Álvaro Vázquez Mantecón, se proyectarán tres películas en la Cineteca Nacional, mismas que establecen un diálogo con el mural de Rivera. 

Jueves 8

El onceavo año (1928) – Dziga Vertov 
Documental soviético dirigido por Dziga Vertov, uno de los pioneros del género y del cine de montaje. La película celebra los logros de los primeros once años de la Revolución Rusa, destacando los avances en la industrialización y la construcción de infraestructuras bajo el régimen soviético. 

Vertov utilizó su característico estilo de montaje rápido y experimental para captar la energía y el dinamismo del trabajo en la construcción de la represa hidroeléctrica Dniéper en Ucrania. La película muestra a los trabajadores en diversas etapas del proyecto, enfatizando su esfuerzo colectivo y la importancia del progreso industrial para el futuro de la nación soviética. 

Un ejemplo del cine de propaganda soviético, donde la realidad es mostrada a través de una lente ideológica que busca inspirar y movilizar a la audiencia hacia la causa del socialismo y la construcción de un futuro mejor. 

Nueva tierra (1933) – Joris Ivens  
Documental dirigido por el cineasta holandés Joris Ivens, conocido por su trabajo que fusiona cine documental y poesía visual. Esta película, realizada en 1933, documenta la monumental obra de ingeniería y la transformación del paisaje en el proyecto del Zuiderzee en los Países Bajos, uno de los mayores esfuerzos de recuperación de tierras de la época. 

El proyecto del Zuiderzee consistió en la construcción de un gran dique para convertir el mar interior en un lago de agua dulce y ganar nuevas tierras para la agricultura y la vivienda. Ivens captura tanto la escala épica del proyecto como los detalles cotidianos de los trabajadores que participan en la construcción del dique. 

La película destaca el impacto humano y ambiental del proyecto, mostrando la interacción entre la tecnología, la naturaleza y la sociedad. A través de impresionantes imágenes de la maquinaria pesada, el agua y la tierra, Ivens logra transmitir el esfuerzo titánico y la determinación de los trabajadores para dominar la naturaleza y crear una «nueva tierra». 

Viernes 9


Lo viejo y lo nuevo (1929) – Sergei Eisenstein
 

También conocida como La línea general, es una película soviética dirigida por Sergei Eisenstein, uno de los más influyentes cineastas de la historia del cine. Realizada en 1929, la película se centra en la transformación de la agricultura rusa, mostrando la lucha entre las prácticas agrícolas tradicionales y las nuevas técnicas colectivistas impulsadas por el gobierno soviético. 

La historia sigue a Marfa Lapkina, una campesina que se enfrenta a las dificultades de la vida rural bajo el sistema tradicional. Decidida a mejorar las condiciones de su aldea, Marfa abraza las ideas del colectivismo y lucha por la implementación de una granja colectiva. La película presenta un conflicto entre lo «viejo» (representado por los métodos arcaicos y la resistencia al cambio) y lo «nuevo» (la modernización y la colectivización). 

Eisenstein utilizó su característico estilo de montaje para dramatizar la narrativa, empleando técnicas de edición rápida, encuadres expresivos y metáforas visuales para subrayar los temas de progreso y revolución. Las imágenes de la maquinaria moderna y los avances tecnológicos se contraponen a las escenas de la vida campesina tradicional, destacando la tensión entre el pasado y el futuro.

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