La Ciudad de México, hogar de 22 millones de habitantes, se ha convertido en un refugio para migrantes desde 2017, siendo considerada una ciudad santuario donde ninguna autoridad puede detener a migrantes en tránsito hacia la frontera con Estados Unidos en sus 1,485 kilómetros cuadrados.
El aumento en la movilidad de personas de diversas nacionalidades, perfiles y condiciones ha sido notable desde 2022, especialmente de ciudadanos de Haití, Venezuela, Ecuador, Colombia, Honduras, Guatemala, El Salvador. Las alcaldías Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Tláhuac y Venustiano Carranza, enfrentan un crecimiento significativo en la población migrante, generando preocupación entre los residentes locales.
El Movimiento La Calle No Es Albergue, conformado por residentes de Juárez y Vallejo, ha lanzado una advertencia: si no se toman medidas inmediatas para reubicar a los migrantes en albergues, cerrarán Paseo de la Reforma el 24 de mayo, provocando caos vehicular y exponiendo una situación que podría derivar en conflictos mayores.
Las tensiones entre la población migrante y los residentes locales son evidentes en áreas como Juárez, Vallejo, San Pablo, y Miguel Hidalgo, con más de 51,000 habitantes afectados. Es crucial abordar estos desafíos de manera urgente para evitar una crisis mayor en la ciudad.