La última cheeseburger vendida antes del cierre de la cadena en el país despierta interés por su sorprendente estado de conservación.
Han pasado diez años desde que McDonald’s cerró sus puertas en Islandia, pero una última hamburguesa comprada justo antes del cierre ha resistido el paso del tiempo sorprendentemente bien. Este fin de semana, la persona que adquirió esa hamburguesa decidió exponerla al público para ver en qué estado se encontraba, y el resultado ha dejado boquiabiertos a muchos.
Hjortur Smarason, gerente de comunicaciones de una empresa especializada en turismo espacial, fue el comprador de esa última hamburguesa. «Decidí comprar la última comida por su valor histórico, ya que McDonald’s estaba cerrando», asegura Smarason. «Había oído que la comida de McDonald’s nunca se descompone, así que solo quería ver si era verdad o no», añadió.
La cheeseburger y la porción de papas, adquiridas el 31 de octubre de 2009, han sido exhibidas en varios lugares desde entonces. Primero estuvieron en el garaje del comprador, luego fueron trasladadas al Museo Nacional de Islandia y posteriormente expuestas en el hotel Reikiavik. Actualmente, estas reliquias gastronómicas se encuentran en el hostal Snotra House de la ciudad de Thykkvibaer, en el sur de Islandia, donde continúan atrayendo la atención de visitantes de todo el mundo.
Según el propietario del establecimiento, Sigurdur Gylfason, la gente llega de todas partes para ver la comida, asombrados por su estado de conservación. Pero, ¿cuál es el secreto detrás de este asombroso fenómeno?
Great analysis by @rick_n at the Washington Post about the relationship between my old cheeseburger and the Icelandic economy. And yes, there is one 😉 https://t.co/qUCfUOnvxF
— Hjortur Smarason (@hjortur) November 2, 2019
La respuesta parece estar en el ambiente seco en el que se encuentran las hamburguesas y las papas. En 2013, la empresa señaló que, en ciertas condiciones ambientales, sus productos podrían descomponerse, siendo la humedad la principal causante. Por lo tanto, la clave para que, diez años después, estos alimentos se mantengan en buen estado es la llamada ‘sequedad ambiental’.
«Solo se secan», afirma Bjorn Adalbjornsson, profesor de la Universidad de Islandia, explicando que no aparece moho ni bacterias en estos productos. Además, la comida está protegida por una vitrina, lo que ralentiza aún más el proceso de descomposición.
Este fenómeno, además de despertar la curiosidad, plantea reflexiones sobre la conservación de los alimentos y los efectos del ambiente en su durabilidad. La hamburguesa y las papas de McDonald’s se han convertido así en un símbolo de la resistencia del fast food ante el paso del tiempo.